Opinión

San Carlos Borromeo

Se celebra hoy, 4 de noviembre, la festividad de un gran santo, uno de los pilares, junto a San Ignacio de Loyola, de la puesta en práctica de las decisiones del Concilio de Trento. Un infatigable luchador contra la pobreza y sobre todo contra la peste que segó la vida de muchos de sus fieles en Milán. Este era, en suma, San Carlos Borromeo de quien el papa Gregorio XIII dejo escrito al conocer su muerte: “El cardenal de Milán, con la acerada rectitud de su carácter, se presenta a los ojos de sus contemporáneos y de la posteridad como uno de los grandes hombres que lo sacrificaron todo para hallarlo todo; que renunciaron al mundo y precisamente por su renuncia ejercieron un inmenso influjo sobre él.

Fuera del fundador de la Compañía de Jesús, ningún personaje ejerció tan honda y duradera influencia en la restauración católica como San Carlos Borromeo; es una columna de la historia eclesiástica en la frontera de dos épocas, el Renacimiento moribundo y la victoriosa Reforma”.

Había nacido en el Ducado de Milán (2-10-1538) y falleció tras una breve dolencia en Milán el 3 de noviembre de 1584. Fue cardenal de la sede milanesa, siendo canonizado por Pablo V el 1 de noviembre de 1610. Su figura es imprescindible a la hora de estudiar la Reforma Católica tras el Concilio de Trento.

Le cito hoy aquí en primer lugar por sus méritos que, a nivel de Iglesia, son muchos por los grandes desvelos en una de las mayores diócesis del mundo, que es Milán. Se dice que apenas dormía dos horas para después dedicarse al trabajo pastoral en su archidiócesis. Pero también la actualidad está en que algunos le citan como patrón de los banqueros. Un tema de suma actualidad en este mundo guiado por el tener y olvidando muchas veces el ser, que es lo fundamental.

Son diariamente noticia, muchas veces lamentable, las actuaciones de algunas personas inmersas en la banca, en suma los que manejan el dinero del pueblo. Para empezar, salen a la luz los sueldos y prebendas de algunos que dirigen las cuestiones bancarias y producen sonrojo. Hasta el punto de que se hace bueno el refrán castellano: “Quien a la bodega va y no bebe, por borracho se le tiene”.

A nivel de estado, muchos echamos de menos leyes capaces de regular precisamente a quienes manejan nuestros ahorros. Sueldos increíbles y encima evasiones que conducen a una corrupción que parece ser la tónica que, como una peste contagiosa, se va propagando a algunos que sin estar ligados a los bancos poseen connivencias para administrar y muy bien para ellos el dinero público. Es la triste realidad. Algunos ya están en prisión.

Los santos en la Iglesia están para ser imitados, para tratar de cumplir su mensaje, su estilo de vida, aunque algunos los utilizan para pedirles favores. La devoción a los santos va por otros derroteros. San Carlos Borromeo incluso vendió todas las cosas de valor, telas y ropas incluidas, para socorrer a los fieles que vivían un momento muy difícil por la peste. Así llegó a santo un personaje que venía de familia noble e incluso era sobrino de un papa.

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