Opinión

Sin revolver el pasado

Acaba de llegar a mis manos un articulo del socialista Joaquín Leguina que, según mi opinión, carece de desperdicio. Me parece una publicación seria, fundamentada históricamente y con claridad además de breve.

El resumen de su opinión lo refleja perfectamente en el último párrafo después de recorrer hechos históricamente probados. Dice Leguina: “El PSOE haría bien en echar al olvido toda la atrocidad de la guerra, la de uno y otro bando”. Totalmente de acuerdo.

Para llegar a esa conclusión el político madrileño recoge cómo pistoleros de derechas asesinaron a José del Castillo; al capitán izquierdista de la Guardia civil Fernando Condés que participó en el asesinato de Calvo Sotelo a quien el prietista Luís Cuenca le pegó un tiro en la nuca. Menciona también como en Madrid llegaron a funcionar 60 checas que asesinaron a más de 10.000 personas según Leguina, que entraban y saqueaban casas acabando con el célebre “paseo”. Habla también de las huidas a Marsella algunos con botín incluido. Cita igualmente a García Atadell y como le mataron a garrote vil en la cárcel de Sevilla donde estaba también el escritor Arthur Koestler.

Afirma el autor que en aquella Guerra Civil los dos bandos se dedicaron a “la limpieza del enemigo”, y afirma que los republicanos asesinaron  a unas 40.000 personas y de ellas 7.000 sacerdotes, monjas, seminaristas y obispos. Son datos para la Historia objetiva e imparcial.

De aquí que la llamada Ley de Memoria Histórica debiera tener en cuenta estos datos de un bando y del otro. Reducir la “celebre” ley unicamente a mirar hacia un lado es, cuando menos, una falta de criterio histórico o de una obnubilación rebuscada.

Ya es hora, como sostiene el otrora presidente madrileño por el partido socialista, de zanjar actitudes que al menos hieren a una parte de la población. Lo contrario es crear crispaciones inútiles que pueden alegrar a unos pero que molestan a una parte de los españoles.

Fue muy triste e inolvidable aquella guerra fratricida cuyos coletazos perduran pero que nunca debiéramos avivar porque es fundamental la paz y la concordia. Aquellas reuniones de Adolfo Suárez y Carrillo iban encaminadas precisamente a ello. Ha habido demasiada sangre entonces en las calles y es hora de mirar hacia delante luchando con todas las fuerzas, unos y los otros, para que nunca más aquello se repita por bien de todos.

Unos y otros estamos llamados a construir un futuro de convivencia, un país en el que quepamos todos,  seamos capaces de entendernos sin echarnos unos a los otros los trastos a la cabeza. Nunca una guerra es positiva para nadie porque son creadoras de inútiles divisiones, de odios insostenibles y de luchas sin sentido. Y mucho menos cuando esa guerra se llama eufemísticamente “civil”. Éstas deshacen familias, destrozan a los pueblos y además crean cicatrices incurables.

Por ello el deseo de Leguina me parece el correcto. Adecuada actitud a adoptar por los gobernantes de turno sean del bando que fueren. Existen múltiples problemas “civiles” por resolver sin tener que gastar energías en volver al pasado y reavivar hechos que a nada conducen.

Es necesario construir una sociedad que mire al progreso, que vea hacia el futuro, sin masacres y moviéndose en la tolerancia tan necesaria como olvidada por unos y los otros. Saber respetar a los que piensan distinto, pero luchando juntos en pro del bien común de la sociedad que debiera ser el anhelo de quien gobierna.

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