Opinión

¿Sociedad de muerte?

Una vez más me vuelvo para la chica que me cuida, que a sus cerca de treinta años es una persona muy sensible ante las catástrofes, la desolación y sobre todo la muerte. Encender el televisor es para ella un continuo sobresalto con toda la razón. Ella dice que todos los días da gracias a Dios por el don de la vida. Es muy alegre y sensible por naturaleza, la caboverdiana Sofía. Y tiene toda la razón del mundo. Este verano vamos de susto en susto. Los criminales incendios que destruyen el patrimonio, asolan y hasta asuelan nuestro delicioso paisaje y crean una incertidumbre y crispación difícil de explicar.

Pero si todo lo anterior es gravísimo, más lo es la reiterada violencia de género, y encima bebés y niños de corta edad perecen de la manera más cruel en un contenedor, en un cementerio degollados; el marido que mata a su esposa ya sea en casa o en la calle... ¿A dónde vamos a llegar? ¿Cuándo llegaremos al final de estos hechos terroríficos? Increíbles acontecimientos con un final de muerte y sangre. ¿Acaso la cultura actual es una cultura de muerte, terror y zozobra? Me niego en redondo a admitirlo y bien creo que todo esto tendrá una solución si vuelve la paz social, desaparece la incertidumbre y el paro, se recobra la serenidad y cordura y de una vez nos entendemos, sabemos dialogar y comprendemos que tenemos que saber aceptarnos con nuestras virtudes, que son las más, y también con nuestros fallos y defectos, que son bastantes menos que aquéllos.

Una sociedad totalmente en paz tenemos que reconocer que, dada la condición humana, va a ser difícil, pero sí que podemos aspirar al entendimiento entre todos los individuos. Se puede discutir, se puede discrepar razonable y civilizadamente pero nunca llegar a las manos y menos a la sangre. ¿Es tan difícil, me pregunto, que los divorcios sean una separación civilizada? Siempre es cosa de dos, pero esos dos deben sensibilizarse y ser sensibilizados por la cultura del diálogo y nunca a base de actitudes que siempre son los hijos quienes las pagan y tantas veces, como estamos viendo, incluso con trágicos finales. Poco importan las sentencias de separación si cada uno pretende ejercer "su" justicia tomándola por su mano siempre mirando a perjudicar al otro. Esta actitud es indigna e inhumana y a nada conduce.

¡Piensen en lo feliz que es la vida si se toma en positivo! Y a cuantos se erigen muchas veces en "consejeros" les toca serlo mirando a la paz, a la concordia y en definitiva al bien común. Porque estoy convencido de que muchos de esos lamentables casos se hubiesen resuelto pacíficamente si esos pretendidos consejeros tuviesen una actitud más conciliadora mirando al bien de la pareja y nunca echando leña al fuego que a nada conduce. Es difícil muchas veces poner paz en matrimonios rotos, pero quienes los rodean debieran muchas veces intentarlo limando asperezas y conciliando caracteres.

Porque, siguiendo con esto de los matrimonios rotos bien creo que son fruto de unas precipitadas decisiones. Algunos llegan al matrimonio después de vivencias sin una reflexión seria y una preparación a fondo y las consecuencias lógicas vienen después. La vida en común es algo muy serio que requiere una adecuada preparación teniendo en cuenta que cada uno de los cónyuges desde ese momento pierden libertad personal, pero debieran comprender que es en aras de un cimentado amor en común. Por ello suelo decir que hay más matrimonios nulos de los que pueda parecer. ¿Han meditado los dos que contraen un compromiso indisoluble, para siempre en una ida en común y sin descartar radicalmente los hijos? Ahí, creo yo, radica la causa de muchos males posteriores que lamentamos todos.

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