Opinión

Suena a mala traición

Creó problemas cuando llegó, los siguió creando en su estancia y ahora su salida suena al mayor esperpento, traición le han llamado algunos, y engaño continuado constatamos los demás. 

Uno, que es madridista de toda la vida, quisiera ser objetivo y reflexionar hoy sobre la tan desconcertante marcha de ese brasileño llamado Neymar que, protegido por su “papá” que debe pasárselo de lo lindo cobrando también suculentas cantidades y disfrutando, según parece, de muchas clases de placeres…

Da la impresión de que su marcha al PSG ha estado rodeado de infinitas connotaciones y permanentes engaños. El mismo Piqué ha hecho lo indecible y al final se ha visto engañado también según parece.

El mundo del fútbol se ha contagiado del virus de la corrupción hasta cotas impensables con soluciones con olor a patentes de corso. Deudas millonarias con el fisco que se resuelven con simbólicas e increíbles fianzas. Mientras se sigue pregonando que la justicia es igual para todos. Ya. Para casi todos y baste recordar el trato y alojamiento carcelario de unos (los que roban una gallina) y los otros (los defraudadores millonarios).

Lo que está ocurriendo con Neymar, después de años de controles financieros y con un presidente del Barça en la cárcel, es todo un síntoma de cómo anda el deporte en general movido por las sustanciosas firmas. Poco se trasluce en todo ello el espíritu deportivo, los sentimientos, la afición y la entrega a los colores del club que les paga. Interesa a algunos el cheque bancario y lo demás es pero que muy secundario. Se ha mercantilizado de tal modo el mundo del deporte que está haciendo que muchos pasen olímpicamente del tema y nunca mejor dicho.

Y para ello basta observar lo que mueve a muchos dirigentes deportivos. Toman aquello como una empresa buscando el rendimiento económico y el deportivo se fomenta si es rentable. Poco más. Y los aficionados y los socios o miran para otro lado o, como extras de una mala película son utilizados. Un fraude en toda regla del que se benefician algunos dirigentes que entienden la noble vocación deportiva como un muy rentable negocio. Nada digamos del affaire que está ocurriendo en la Federación Española de Fútbol…

Aquí ganan todos en este revuelto por bufandas, camisetas, llaveros, mecheros y hasta ropa íntima, viseras y de todo. Toda clase de suvenires que son reclamo crematístico y que ofrecen grandes emolumentos. ¿A todos esos que negocian estas cosas les interesa algo el deporte? Y nada digamos de la ¿“mafia”? de los intermediarios que van a su jugosa tajada. Ya vemos el padre del señor Neymar los milloncitos que ha sacado del jaleo en curso…

Este caso ha sido “una” de las muchas piezas de ese puzle que al final van a ver que se resuelve en un breve paso por los tribunales, una fianza simbólica y aquí paz y después gloria. Y si, además se mezclan en el caso los celos hacia otros compañeros la cosa ya rompe moldes. 

Y en el mientras tanto las canteras más o menos olvidadas, descuidadas mientras se buscan “deportistas” venidos a hacer el agosto desde los lugares más remotos y exóticos debidamente promocionados y estudiadamente introducidos. Serán buenos jugadores pero posiblemente ellos y quienes les manejan son mejores financieros y que llegan como potentados instalándose en mansiones increíbles y disfrutando de los mayores placeres a costa de cuantos con nuestra connivencia de “papanatas” colaboramos, lo consentimos y protegemos. Es la realidad. 

Me temo que con esto nos estamos cargando las esencias del deporte.

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