Opinión

¿Un espectáculo?

Sobre todo en las misas de las siete de la mañana en la capilla de Santa Marta del Vaticano y en las audiencias de los miércoles, el papa Francisco suele ser muy concreto y aborda los temas más domésticos y actuales. Continuando con un tema de hace varios días, habló de la Misa y afirmó rotundo: “La Misa es penetrar en el Calvario, no es ningún espectáculo, en ella Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, renueva nuestro corazón”. Y aún dijo más: “Participar en la Eucaristía supone participar de la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz”.

Muy oportuna su intervención. Porque además llegó a matizar aún más: “Imaginadlo: si supiéramos que ese hombre era Jesús, ¿le haríamos fotografías, haríamos espectáculo? No, ¡es Jesús! Seguramente estaríamos en silencio, llorando, y también en la alegría de ser salvados”. Por ello, continuó: "Para el cristiano es vital participar en la Eucaristía, especialmente el domingo, que nos permite unirnos a Cristo, tomando parte de su victoria sobre la muerte, y gozar de los bienes de la Resurrección; no es un recuerdo de lo acontecido, sino hacer presente aquello que se produjo hace 21 siglos ofreciendo toda su misericordia, como hizo en la cruz, para renovar nuestro corazón, nuestra existencia y el modo de relacionarnos con él y con los hermanos”.

Las ideas del papa tienen una palpitante actualidad porque en las celebraciones litúrgicas se están introduciendo modas que en nada tienen que ver con lo que aquellos actos significan. Las normas de la Iglesia son para ser respetadas y por eso los expertos mundiales estructuran e indican. Esto todo debidamente matizado en los libros litúrgicos.

Para empezar, a mí me sienta fatal cuando salen algunos proclamando que “la misa ha sido muy bonita”. La Eucaristía es como es y punto. Los aditamentos añadidos por ocurrencias de algunos son improcedentes. Hay otra moda fuera de lugar que se prodiga en bodas, bautizos y funerales. Sale allí alguno con muy buena intención y se suelta una pieza a veces larguísima que poco menos pretende sustituir a la homilía que, por obligación, corresponde al celebrante. Después, el personal se queda con lo dicho por aquel personaje “inspirado” al que felicitan e incluso aplauden sin tener en cuanta para nada la homilía.

Y lo de las fotos a lo que alude el papa es otra. Existen fotógrafos muy correctos, pero otros que toman aquello como su huerto y se mueven de aquí para allá. En una ocasión se lo dije a uno y muy ufano y desafiante me respondió: “Tengo que hacer mi misión que para eso me pagan”. ¡Vaya! ¿Por qué no se pone en medio del campo de fútbol al lado del árbitro o los jugadores para “hacer su misión”? Muy fácil, porque la misma policía le pondría en la calle.

Habrán de reconocerme que a veces algunos curas se pasan en sus exigencias. Pero también es cierto que la bondad de otros permite más de un atropello de la liturgia católica y esto es muy grave, porque lejos de ser un espectáculo es un sacramento.

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