Opinión

Un Papa gallego

Se le atribuye al papa san Dámaso el origen gallego. Este importante papa, que incluso fue el impulsor del Aleluya en la Liturgia cristiana, fue quien derrotó a Prisciliano. Su importancia fue notable en el siglo IV en el que vivió. Fue quien mandó compilar la Biblia actual, unificó la Iglesia y fue acérrimo defensor de la ortodoxia, persiguiendo a los herejes de entonces. Se cree que nació en nuestra tierra gallega, aun cuando los portugueses fijan su origen en Guarda en el año 304. Fue hijo de un sacerdote llamado Antonio, que ejercía en Lugo. Entonces el celibato aún no era obligatorio.

Lo cierto es que emigró muy joven a Roma. Su prestigio y vasta cultura lo llevó a ser secretario del papa san Liberio a quien sucedió en la silla de Pedro en el año 366 en lucha con el papa Ursino tras cruentas batallas en la Ciudad Eterna que causaron más de cien muertos. Fue necesaria la intervención del emperador Valentiniano, quien desterró a Ursino a Francia confirmando como único papa a san Dámaso. Otro emperador, Graciano, tuvo que intervenir desterrando a los enemigos de Dámaso, que fue sucesor de Pedro 18 años. 

Intervino con contundencia en las llamadas disputas cristológicas, persiguiendo y excomulgando a los arrianos, al igual que a los apolinaristas, luciferistas y macedonialistas. Su gran logro fue la lucha contra otro gallego, Prisciliano. Pese a ser hijo de un sacerdote, fue gran promotor del celibato, la pobreza, la participación de las mujeres y de los esclavos en la Iglesia y denunció los excesos y lujos de una parte de la curia eclesiástica. 

En el 382, el obispo Prisciliano intenta defender sus tesis arrianas (Cristo es un gran personaje sin ser Dios) apoyándose incluso en el emperador. Pero san Dámaso, sin ceder un ápice, le venció más tarde con la ayuda del emperador Máximo, quien convoca a Prisciliano a Tréveris en 385, donde es acusado de brujería. Tras confesar mediante torturas, es decapitado junto a seis discípulos. Los restos de Prisciliano y sus discípulos fueron trasladados a Galicia. Varios autores, entre ellos Sánchez Albornoz y Unamuno, afirman que es el hereje quien está enterrado en la catedral de Santiago. 

San Dámaso también incorporó a la liturgia voces tan populares como el hebreo “aleluya” y murió en Roma en el 384 como uno de los grandes papas de la historia. Una de las grandes aportaciones de este papa fue la Vulgata. Se la encargó en el 382, dos años antes de su muerte, a san Jerónimo, que recogió los textos antiguos y los unificó en latín vulgar, para que la entendiese el pueblo llano. Esta Biblia, con su Viejo y Nuevo Testamento, es prácticamente la que hoy conocemos. Hasta la aparición de la Neovulgata, en 1979, se usó exactamente la que encargó Dámaso, el papa gallego.

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