Opinión

Unidad para el progreso

La independencia de Cataluña es imposible y galopar hacia un imposible puede provocar una fractura política y social que cueste 30 o 40 años solucionar”. Esta es la sentencia que ha dejado el expresidente Felipe González hace ya meses. A esta opinión se sumó el presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, afirmando que “la independencia de Cataluña no es posible porque esta comunidad autónoma no tiene el poder para declararla”. No obstante, ambos personajes apuntaron a la reforma de la Constitución “para resolver el problema de Cataluña y también para que pueda resolverse un modelo de financiación diferente y para adaptar el modelo federal a todas las instituciones”


“El presidente del Gobierno debe convocar a las fuerzas políticas en un diálogo en el Parlamento y abordar la reforma de la Constitución en profundidad con la celebración de un referéndum después de las próximas elecciones legislativas”, aseguró  Cebrián al constatar el “destrozo institucional y económico” en el que vive España en medio de una crispación generalizada.  Y un dato preocupante apuntó: “El presidente del Gobierno se equivoca si cree que con la mejora de la economía lo demás se resolverá, pero sin menospreciar la transición política ni perder lo conseguido”.


También habló de la Corona: “El rey lleva un año en el banquillo y no existe el estatuto del heredero. Hay que hacer una regulación, porque no es posible que la previsión de lo que ha de acontecer y lo que hay que hacer para preservar la continuidad de la institución dependa personalmente de quien ahora la encarna”.


Aunque la diagnosis de lo que ocurre es nítida, no se pueden poner paños calientes y tildar de minoritarios o tangenciales situaciones que, según Cebrián, son “sistémicas”, como la corrupción que afecta a ex presidentes autonómicos, ex alcaldes, ex ministros. Además de los “mil cargos públicos imputados o condenados” hay situaciones lamentables como la del presidente del Tribunal Constitucional, que se aferra a la poltrona y la extiende a la institución ya afectada del Estatuto de Cataluña.


Un cambio en la ley de partidos, en el sistema electoral, con listas abiertas, un Pacto Social por el empleo, la educación, la sanidad y las pensiones, forman parte de las reformas pendientes que propone Cebrián, así como la reforma de la Justicia y, por fin, “el cambio constitucional para adaptar el modelo federal en todas las instituciones”. Es un momento trascendente en el que hay que desterrar esas apreciaciones de “buenos y malos españoles” o “buenos y malos catalanes”. La iniciativa es del presidente del Gobierno, pero los demás actores políticos, sindicales, sociales y empresariales deben colaborar. Así como ocurrió en la transición. “Juntos podemos”, ha concluido Cebrián, después de leer unos párrafos de Mariano José de Larra, el más “vitriólico” de los periodistas y escritores del siglo XIX, que cultivó la crítica social, en la que siempre emergía su preocupación por España.


El mensaje real de Navidad, aplaudido por los dos partidos mayoritarios del Parlamento español, va en esa línea de diálogo, unidad y transparencia. El monarca, tras acudir a la democracia, pidió respeto a la diversidad a la vez que insistió en una España unida y dialogante. Un país de todos en el que es necesaria la creación de empleo para salir de la crisis más unidos, “todos juntos” con el espíritu que movió la Transición. Todo ello porque estamos convencidos de que la fuerza del progreso radica en la unidad hacia metas comunes, sobre todo en tiempos de globalización en los que la división y el camino hacia inciertos y delicados futuros a lo único que pueden conducir es al caos. El resto de España siempre ha mirado con afecto a Cataluña y valorado sus innegables valores que enriquecen a todos dentro de la unidad.

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