Opinión

¿PSOE o Podemos?

Si algo hay común a todos los grandes países democráticos es que tienen al menos cuatro partidos o tendencias, que van desde la izquierda o el ecologismo hasta la derecha y el populismo, pasando por la socialdemocracia y el centro-derecha. Lo más habitual es que la derecha moderada y la socialdemocracia se alternen en el poder, a veces con mayorías absolutas y otras con apoyos de los liberales en el primer caso, y de los comunistas o verdes en el segundo. La democracia española tras la dictadura de Franco se atuvo bastante a este modelo de centralidad política con las alternancias entre PSOE y PP (antes UCD). Su particularidad no fue tanto en el plano ideológico -similar a cualquier otro país de su entorno (Francia, Alemania, etcétera) como en el territorial, ya que en algunas partes de España, como Cataluña, Euskadi y en menor medida Galicia y Canarias, la izquierda y la derecha están prácticamente duplicadas, según sean nacionalistas o españolistas. Así se explica, por ejemplo, que en el País Vasco el PNV ocupe la centralidad política desde el ala derecha, mientras que en la izquierda pugnan la izquierda abertzale y el PSE.

La crisis del bipartidismo afloró Podemos y Ciudadanos pero también mermó Izquierda Unida y UPyD, con lo que el vector resultante dejó a Podemos como tercera fuerza política casi a la altura del PSOE, mientras que Ciudadanos no llegó a tocarle la cara al PP, lo cual explica que este partido siga gobernando, a pesar de todo lo que sabemos (corrupción, desigualdad, pobreza, paro, etcétera). Ahora que por la derecha las cosas parecen más ordenadas, tanto en el conjunto de España como en las comunidades autónomas con partidos nacionalistas e independentistas, se plantea el gran debate de fondo en la izquierda, lo cual permitirá saber si en el futuro su referencia será el PSOE o Podemos. Y ese debate abre a su vez otro en Podemos, que debe aclarar -más allá del populismo electoralista- si es un partido progresista pero transversal o es una fuerza genuinamente de izquierdas. En ese contexto se mueve la rivalidad entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. Y si el PSOE volviese a la frecuencia del éxito en el dial de la política debería suplir tanto ruido de fondo por un poco de inteligencia política, ya que lo se está disputando es qué partido gestionará lo que solemos llamar el gran espacio socialdemócrata y progresista. De ahí que Errejón apele tanto a "un Podemos más amable y con más capacidad de convencer hacia afuera", se supone que para ocupar el lugar del PSOE.

El debate interno en Podemos, si bien está muy enredado en los aspectos organizativos -comprensible en una fuerza nueva- tiene cierta altura intelectual en el plano ideológico, con dos polos atractivos -Errejón e Iglesias- que son conscientes de su complementariedad. El problema del PSOE es que su debate -intelectualmente pobre- se reduce a personas que en el fondo se desprecian. Íñigo Errejón y Pablo Iglesias están avanzando mucho sobre el terreno de la izquierda, porque lo están ocupando con sus ideas, mientras que personajes como Susana Díaz o Javier Fernández están lejos de competir en esa liga. Llegados a este punto no llega con la tutela de Felipe González para cargarse de malas maneras a Pedro Sánchez: falta un nuevo Felipe González. Y un nuevo Alfonso Guerra.

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