Opinión

El inodoro y la sanidad

Fecha: 21:00:19 23-12-2014

Aquí, en Coruña, en donde me entretengo escribiendo, he visto y leído en dos cafeterías, en lugar visible, una nota amplia que textualmente dice así: "Por favor, arrímese al inodoro. No la tiene tan grande como usted cree". Y no se trata de un chiste. Y el inodoro, si somos fieles a los dictados de los académicos de la Real Academia Española, es palabra definida de esta forma: 1) Que no tiene olor. 2) Aparato sanitario para evacuar el excremento y la orina provisto de un sifón que evita los malos olores.

Y la lectura de esta nota me evadió por un momento de las otras noticias machaconas y definitivas que aborrecen hasta el hastío: Que si el sueldo desproporcionado de los altos cargos, muchos de ellos superiores ostensiblemente al del presidente. Algo así como si el peón ganase más que el ingeniero de caminos; que si Rajoy dice que estamos remontando la crisis (con permiso de los perceptores del salario mínimo interprofesional y en espera de que los jóvenes consigan el primer empleo para no tener que depender largo tiempo de los "papis"). Incluso los medios de comunicación nos están dando la "paliza" con el pequeño Nicolás.

Pero volviendo al título de este artículo "El inodoro y la sanidad", con frecuencia nos encontramos no solo con la humilde taberna sino también con cafeterías y restaurantes que cuando acudimos al váter aparece la escena del guarro que por no molestarse a tirar de la cadena o pulsar un botón, dejan que la orina luzca su perfume.

Además, la cosa no queda ahí. ¿Y qué sucede con la escobilla? Para algo está aunque muchas veces parezca sólo un adorno. Sanidad es una bella palabra y la limpieza forma parte de la sanidad. Y abusando de esta sencilla narrativa de los malos olores -que no sólo huelen mal algunos políticos corruptos- puede acontecer lo que le sucedió a quien estas letras escribe. Y sencillamente fue que en una céntrica cafetería coruñesa acudí al retrete y me encontré con el "pastel". Se lo dije al propietario y me dijo: Es que aquí entra mucha gente. A lo que yo respondí: deberían ustedes echar un vistazo de vez en cuando para que el cliente no se encuentre con esta escena desagradable.

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