Opinión

¿Optimismo exacerbado?

Después del Debate del Estado de la Nación, la prensa resaltó las declaraciones del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Declaraciones de su discurso tales como, por ejemplo: "Rajoy afirma que España era un lastre y ahora es uno de los motores de Europa", "Rajoy afirma que España se encuentra ya fuera de la crisis" o "Rajoy anuncia mejoras fiscales y la creación de empleo neto".


Tenemos en Galicia un humorista de excepción que una de sus viñetas está ilustrada con el siguiente texto: "Hai un mérito que non se lle pode quitar ao Goberno. Cada día hai máis pobres... ¡máis pobres!" Esta viñeta no es fantasía, sino una triste realidad. Bien está que el presidente Rajoy nos diga que cuando asumió la jefatura del Gobierno España no era un vergel con bellas flores, sino que estaba tocando fondo que parecía más bien un lodazal.


Las declaraciones de Rajoy post debate están impregnadas de optimismo rimbombante que viene a ser la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. Noble pretensión pero que hay que anunciarla con una mesura extrema para que, diciendo las cosas sin eufemismos ni circunloquios, no parezca un lenguaje de cháchara, o sea abundancia de palabras inútiles. El optimismo que con sana intención pretende contagiarnos Rajoy ha de transmitirse con pies de plomo, de lo contrario parece como si nos picaran las ortigas. La interjección ¡ay!, está para expresar los estados de ánimo y a cuento viene decir que a mucha gente nos ha afectado duramente la crisis (por ejemplo con la subida de la pensión en un 0,25 por ciento que solamente llega para un café y dos churros.


Pero esos míseros aumentos -admitamos que los Presupuestos Generales del Estado no dan para más- no ha afectado a las simpáticas retribuciones de María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría; la presidenta del Parlamento de Galicia, Pilar Rojo, y un largo etcétera. La remontada de la crisis para muchos como el que escribe estas líneas se hace larga y penosa, más lenta que una tortuga. En medio de todo esto, cierro estas líneas con unas palabras que están de moda. ¡É o que hai!

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