Opinión

Ourense víctima, una vez más

Ourense, siempre Ourense. Como si de una maldición se tratara, como si fuera el sonar de una música fúnebre, luctuosa, digna de llanto, así son las noticias que la prensa nos ofrece de este pedacito de España llamado Ourense, como si estuviésemos de favor, aunque llamarle noticia -si la es- no lo parece por ser excesivamente reiterativa, nada novedosa.

Y este preámbulo no placentero se debe a que en La Región, en primera plana del pasado día 30, apareció: "Ourense es la provincia española con la menor tasa de actividad junto con Zamora". Vista la cosa así parece como si los ourensanos no fuéramos activos, sino más bien un montón de mangantes, aunque la cosa no es así. Esto sucede, sencillamente, porque no tenemos en donde realizar la actividad.

Por poco que seamos observadores veremos que determinados políticos ourensanos echan mano del agua caliente. Las Burgas, como visita turística y las termas como alivio calmante de salud. Y esto, distinguido lector, porque de donde no hay no se puede sacar. El hecho de que Ourense se convierta en repugnante noticia da lugar a que nos formulemos la pregunta: ¿A qué se debe? ¿Quiénes fueron los poderes fácticos que gobernaron nuestra provincia? ¿En dónde estuvieron las ideas, las iniciativas? ¿Mirando para otro lado? algunas sí han existido, como por ejemplo Coren, empresa que proporciona trabajo a muchos ourensanos.

Tan sólo con el pan de Cea, los pimientos de Arnoia, y el bla, bla, bla, no es suficiente. Según la Encuesta de Población Activa, hay en la provincia de Ourense 29.400 parados. Son muchos. En medio de todo esto surgió en la prensa gallega del pasado día 30 una noticia de esta guisa: Según declaraciones de Francisco Jorquera, portavoz del BNG, anunció que interpelará a Feijóo por la crisis demográfica y en tono irónico dijo que "es necesario saber si la baja natalidad se debe a un uso desmesurado de preservativos y medidas anticonceptivas o a que a los gallegos no nos gusta practicar el sexo. A esto cabe decir que los gallegos, señor Jorquera, no somos unos castrados carentes de virilidad. O que sucede é que coa crisis e tanto paro, os galegos somos responsables e non estamos para fazañas xogando co polvo.

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