Opinión

El problema de Club Deportivo Ourense

El pasado día 15 La Región nos dio cuenta de que Club Deportivo Ourense ha ganado la Copa Federación. Tres días después los jugadores Yosu y Noguerol, en un programa de Telemiño expresaban su más que razonable queja manifestando que llevan camino de seis meses sin percibir sus sueldos.


Recordando la historia futbolística, lejos quedó el año 1902 en que comenzó a jugarse el campeonato de España que fue ganado por el Atlhletic Club de Bilbao. Era aquellos tiempos del balón con la correa, razón por la cual muchos jugadores ponían un pañuelo en la cabeza para atenuar cuando había que rematar o despejar de cabeza. Eran tiempos cuando el dolor de los golpes había que calmarlo con agua, sin médicos del club, fisioterapeuta y otras lindezas, pero ¿quién pensaría a lo que había de llegar este deporte?


Si tenemos en cuenta que a lo largo de los años Real Madrid o Barcelona, salvo excepciones, son los que suelen ganar las competiciones de Liga y Copa, encontraremos la razón en que son los equipos económicamente más fuertes y, consiguientemente, los que desembolsan en fichajes cantidades de fábula -Messi, Ronaldo, Neymar-. Así como las agujas del reloj corren sin piedad, recuerdo de niño la Unión Deportiva Ourensana en el Campo Loña y también la inauguración del Estadio de O Couto, a cuyo primer partido asistí. Era una Unión Deportiva siempre en los primeros lugares de la Segunda División. Pero volviendo a la situación actual de CDO, con una plantilla de 23 jugadores en Segunda B, lo que equivale a decir 23 sueldos, aparte entrenador, masajista, taquilleros, porteros, cuidadores del terreno de juego y, tal vez, otros gajes del oficio, con el ingrediente de la crisis, el paro, se ha convertido en un equipo de economía insostenible, de una pobreza ostensible.


El fútbol, como es sabido, se ha convertido para muchos en una "necesidad social". ¿Cuál es la solución para que Club Deportivo Ourense salga de esta agobiante situación? Se admiten sugerencias. Quién estas líneas escribe -de verdad lo siento- no las tengo. No obstante, dicen que Deus apreta pero non afoga, o que Non hai mal que por ben non veña. ¡Ánimo!

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