Opinión

Las trifulcas del Ayuntamiento

Los ourensanos que asiduamente seguimos la información acerca de las sesiones del Ayuntamiento, ¿podremos llamarle Ayuntamiento cuando la definición de esta palabra es la siguiente: "Corporación compuesta de un alcalde y varios concejales para administración de los intereses del municipio"? Pues entiendo rotundamente que no. Como muestra es suficiente con leer La Región del pasado día 5 que nos dice: "El debate político se radicaliza en la ciudad y acaba con una edil expulsada y un plante al PSOE. La oposición dejó el pleno cuando el alcalde echó a la concejal de Democracia Ourensana por seguir hablando tras retirarle el turno".

Veintisiete concejales, veintisiete cobros no merecidos. Es concebible que la discrepancia surja de vez en cuando pensando en resolver los problemas de la ciudad, pero otra cosa es que el desacuerdo sea sistemático. Da la sensación de que olvidaron la sentencia "la unión hace la fuerza". Se supone que cuando una señora/señor acepta el cargo de concejal tiene la preparación suficiente lejos de ser un literato (ignorante y no versado en ciencias ni letras humanas).

El Ayuntamiento, que en cierto modo tiene que ser el embajador de la ciudad de las Burgas, no puede estar en estado plúmbeo. O sea, aburrido por su pesadez. La Casa Consistorial no es un ring para el cuerpo a cuerpo para dejar a la oposción fuera de combate. El vituperio es actitud suficientemente probada en las sesiones.

Ourense, para muchos "O noso Ourense", lamentamos que según los medios de comunicación sea la ciudad que va en la cola de casi todo en el papa español. El rico diccionario de la Real Academia Española contiene la palabra "etología" que literalmente es "estudio científico del carácter y modos de comportamiento del hombre". ¿Por qué no unas clases de "etología"? Ourense tiene problemas graves que resolver en lugar de perderse en cosas banales.

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