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Bunny Yeager, una mirada femenina en Playboy

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photo_camera Bettie Page, 1954, de Bunny Yeager.

Cada vez que Bettie Page (Nashville, Tennessee, 1923 - Los Ángeles, 2008) cimbreaba sus caderas era como si tras ella avanzara un terremoto y el tiempo se detuviera; ella, que se mostraba siempre recatada y atrevida a partes iguales, el hipnotismo de sus ojos grandiosos y su mirada felina remataban por apoderarse de todo. Bettie, que antes de ejercer de modelo lo intentó como profesora, lo dejó, los alumnos se revolucionaban en su presencia y no atendían otra cosa que no fuera su figura impecable, lo intentó también como actriz. Aprendió a posar escenificando delante de sus hermanas las poses de las artistas del momento que ella idolatraba. En más de una ocasión dijo que actuaba ante la cámara como si estuviera haciendo el amor con su novio; lo de actriz hubiera sido posible si no se hubieran cruzado en el camino directores con otros propósitos que no eran los de promocionarla, ella, que era una chica bien desinhibida, sabía distinguir muy bien la interpretación en sí de las artes amatorias, y nunca estuvo por la labor.

A finales de 1940 en los Estados Unidos los clubs de fotografía eran los locales idóneos donde los caballeros aficionados al medio podían fotografiar mujeres desnudas eludiendo las restricciones legales para ello. Bettie comenzó ganándose la vida posando en algunos de aquellos locales. También lo hizo para Irving Klaw, quien explotó en ella la temática pin-up, la estética sadomasoquista, así como la bondage. Fueron precisamente los encontronazos con la justicia, derivados de la supuesta muerte de un joven imitando una de esas prácticas lo que le alejaron de su exitosa carrera de modelo. Muchas de aquellas imágenes, realizadas por encargo, según el gusto del cliente, quedaron en la retina y en el interior de las vidas de sus conciudadanos. En los últimos años, con un revival de la estética pin-up, verían la luz algunas de aquellas imágenes clandestinas como auténticos fetiches pornográficos. Lo que no impediría que Bettie muriera desasistida y empobrecida.

Con la muerte el pasado sábado de Bunny Yeager (Pennsylvania, 1929-Miami, 2014), exmodelo y fotógrafa, desaparece el otro pilar, el fundamental –al menos para mí- desde un punto de vista iconográfico en la imagen de la modelo. Bunny Yeager, junto a Irving Klaw, fueron los responsables de proyectar una imagen única, de sensualidad rabiosa, desde puntos de vista opuestos. Ambas visiones son poderosas, la personalidad de Bettie, siempre presente, es un ejercicio de poderío y liberación en sí mismas, a sabiendas de a qué público estaban dirigidas las imágenes. La colaboración con Yeager fue breve, en 1954 fotografió a Bettie en una sesión selvática en un parque con animales salvajes en Boca Ratón, Florida que la harían famosa. Muchas de aquellas imágenes, algunas de desnudos, otras en telas estampadas como la piel de un leopardo, quedarán por siempre en la memoria. En enero de 1955, posaría desnuda al pie de un árbol navideño con su mirada pícara y jovial, guiñando un ojo y con un gorro navideño como única vestimenta, mientras colocaba las bolas. La publicación se llamaba Playboy, y se había puesto a funcionar en 1953. Yeager, que había enviado las imágenes previas a la revista playboy, trabajaría durante años para la rupturista –entonces- publicación. La fotógrafa desconocía que Hugh Hefner, al igual que tantos norteamericanos, era un admirador de la chica, gracias a las fotografías clandestinas que había visto de ella y que atesoraba en su casa.

La carrera de Yeager, muy exitosa en los 50 y 60, duraría muchos años más que la de Page. En alguna ocasión dijo que todas las modelos querían ir con ella porque sabían que no se aprovecharía de ellas. A ella le debemos la utilización generalizada de una prenda como el bikini, inventada años atrás. En 1962 fotografiaría a una espectacular Ursula Andress luciendo la prensa y saliendo del agua como un verdadero ángel en la película Dr. No, dentro de la saga de James Bond, con el inefable Sean Connery. Casualmente ambas se han ido a los 85 años. Más allá de los revivals producidos y los que vendrán, que nos descubren unas aportaciones estéticas a la par liberadoras que interesantes -Cindy Sherman se inspiró en uno de los manuales de Yeager, “How I photograph myself”, para utilizarse a sí misma como referente-, la obra como modelo de Page y la de Yeager, perdurará más allá de los tiempos.

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