Opinión

Los jóvenes emigran por el clima

Non hai mozos pra traballar a terra! gritaba Castelao, en una de sus viñetas de pesimismo enfermizo. Era lo que tocaba, en 1924, los jóvenes habían emigrado, la tierra la roturaban manos curtidas de ancianidad.

Casi un siglo después las estadísticas someten a Galicia a un cúmulo de regañinas que no son razonables, sin responsabilidades, meros datos que son relativizados como si la emigración y falta de oportunidades estuviera relacionado con el clima.

Es cierto, señora conselleira del ramo, que los jóvenes siempre se han marchado de casa -faltaría más-, es ley de vida. Formarse en el extranjero es necesario, siempre que -ahora está por ver- la economía familiar pueda sustentarlo. En algún momento de un debate parlamentario, allá por el mes de enero, Beatriz Mato, afirmaba que las estadísticas relativas a la marcha de jóvenes gallegos eran cifras “desvirtuadas” con las que no se debía alarmar; en los tiempos “boyantes del bipartito” los jóvenes gallegos también emigraban. Queda claro que el lenguaje siempre admite dobleces para escurrir el bulto. Todo muy parecido a la supuesta “no correspondencia con la realidad” del informe Cáritas sobre la pobreza infantil, que Montoro también achacaba a “las mediciones estadísticas”. Lo cierto es que las estadísticas arrojan verdades crudas, también interpretables.

Desde el comienzo de la crisis, de la que el gobierno gallego decía ser un alumno aventajado por adelantarse en los recortes, se han evaporado de las estadísticas que recuentan al personal joven -entre 15 y 35 años-, alrededor de 1.300 al mes. Entre 100.000 y 120.000 jóvenes desde 2008 han cogido el petate y se han lanzado a recorrer mundo, desapareciendo sin mayor explicación. Son ausencias que ayudan a que no se eleven las cifras de desempleo en la comunidad, pero también las que servirán de puntilla a la pirámide poblacional. Es a ellos a quienes toca “crecer y multiplicarse”, y no lo harán aquí. Hace nada, la misma conselleira, hablaba de alerta roja demográfica en Galicia, y reclamaba un pacto de Estado para dinamizar la natalidad. Pues eso, conselleira, un pacto de sentido común.

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