Opinión

Bando celeste: Llamémosle Coruña, por favor

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El Dépor nació al mismo tiempo que el Super Dépor. Hasta entonces, más allá de la Torre de Hércules era conocido como El Coruña. Puede sorprender ahora a muchos, pero así, Coruña o D. Coruña, aparecía en las clasificaciones de la Liga y en las quinielas. Después de todo, "deportivo" no era y es más que una denominación genérica que utilizan varios clubes, como el Alavés, por ejemplo. El Celta, en cambio, nunca fue El Vigo: nació con la idea de representar a Galicia, de ahí su nombre, los colores albicelestes por la bandera y la Cruz de Santiago en el escudo como símbolo añadido que se correspondía con su condición de campeón la liga regional que existió antes de ponerse en marcha la competición nacional.  

Luego, en la década de los ochenta y noventa, llegó el dinero a raudales a Lendoiro, unos cuantos fichajes acertados y lo que ya conocemos: el Celta perdió su hegemonía y se vio relegado a pelear por reconquistar su condición de equipo de Vigo representante de toda Galicia, frente al Coruña, un equipo gallego que hasta entonces sólo era representante de su ciudad. Una evidencia que en paralelo llevó a los coruñesistas a ir palidenciendo su uniforme azul marino hasta hacerlo incompatible en los choques directos con el celeste céltico. Y a inventarse recientemente una segunda equipación con la bandera…

Eran derbis duros los de los noventa, con el Celta inferior frente al Super Dépor, nombre de nuevo rico con el que fue bautizado por la prensa. Tuve la dicha de ir a Riazor a ver en directo tres duelos en los momentos más duros del dominio coruñés, con resultado esperanzador: una victoria y dos empates en Coruña. Fueron tres partidos nerviosos en la grada, 90 minutos con cara de póker rodeado por un ambiente de extrema hostilidad antiviguesa. Aparecía lo peor de cada uno. En Balaídos en cambio tuve que tragarme una goleada ominosa cuando la temperatura más había subido entre las dos aficiones. Recuerdo un cántico unánime sobre Bebeto y sus supuestos o reales problemas conyugales que hoy en día habrían llevado al cierre del estadio…

Claro que el subidón coruñés de Lendoiro, Bebeto y Mauro Silva llevó a los celtistas a dar un paso adelante, con la llegada de fichajes de importancia –los añorados Mostovoi, Karpin y Revivo– y presencia continuada en las competiciones europeas. Cierto que eso estuvo a punto de llevarnos a la quiebra absoluta, aunque esa es otra historia, por la que todavía ahora transitan nuestros vecinos del Norte. 

Veinte años después las cosas son de otra forma y la rivalidad ha bajado tantos grados que ahora hasta comparten patrocinador, la cerveza coruñesa. La verdad, es mejor así, aunque qué placer supremo estar en Riazor viendo cómo mordía el polvo el Super Dépor…
 

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