Opinión

Audiencias reales

No es lo mismo una audiencia real que una real audiencia. En el primer caso, es una obviedad, pues se trata de una audiencia que ofrece el representante de la Casa Real y en el segundo, pues sencillamente es una audiencia celebrada de verdad, nunca ficticia. Lo que ocurre es que a veces se produce una contradicción y una audiencia del monarca no siempre es real.

Con una diferencia de pocos meses, hemos vuelto a recuperar como un déjà vu las imágenes de las audiencias ofrecidas por el soberano a los líderes políticos como proceso protocolario previo a la investidura de un nuevo presidente del Gobierno. Lo hizo porque tal como determina el artículo 62 de la Carta Magna, le corresponde al rey “proponer el candidato a presidente de Gobierno y, en su caso, nombrarlo” y porque en el artículo 99 se dice que el rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno.

¿Y por qué no es real? Pues porque no todos los dirigentes que pasaron por Zarzuela iban con las cartas boca arriba. Protocolo y postureo. Una mala combinación, pero que lamentablemente se está dando entre la clase política de un tiempo a esta parte. Todo por la foto, que diría el expresidente Zapatero.

Y hablando de foto y de mensajes gestuales, también en esta ocasión las audiencias con el monarca han respondido a la cultura política o ideológica los dirigentes de los cuatro principales partidos. Esto es, que Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera vistieron corbata -ninguna coincidió con la que llevaban en la última visita a la Zarzuela-, mientras que Pablo Iglesias… en su estilo personal. Como no se trataba de la gala de los Goya, tocaba camisa y eligió la que ya llevó en la constitución del Congreso de la frustrada pasada legislatura. En cualquier caso, sigue sin respetar las normas de la etiqueta que rige para este tipo de visitas. Pero ya sabemos que va incluido en su “personalidad”, teniendo en cuenta que esta expresión deriva de “persona” que en su fuente latina es lo mismo que “máscara de actor” o “personaje teatral”.

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