Opinión

Compostura parlamentaria

El flamante reelegido presidente de la Cámara legislativa autonómica, Miguel A. Santalices -del que precisamente hacíamos referencia la pasada semana-, ha mostrado su preocupación por la manera de vestir de algunos diputados autonómicos: “Hay vestimentas que dejan mucho que desear en el Parlamento gallego”, ha aseverado en unas declaraciones públicas.

Ciertamente. Ratificamos sus opiniones. Porque además no es la primera vez que hemos manifestado cómo una parte de nuestra clase política no observa unas pautas mínimas en cuanto al saber estar y no sólo nos referimos a la cuestión de la indumentaria, sino al comportamiento y actitudes es sus escaños camerales.

“No creo que guardar la compostura en determinadas cosas esté reñido con ser de derechas o ser de izquierdas”, subraya Santalices. Tiene toda la razón. La compostura y todavía más la vestimenta no define una cultura ideológica, sólo es una tendencia de la propia moda. Claro, a no ser que la moda política sea participar en la vida pública vistiendo una ropa que implica un mensaje: mangas de camisa para ir a Congreso de los Diputados o al Palacio Real y esmoquin para una gala de entrega de premios…

A pesar de ello, el titular del Parlamento de Galicia anunciaba que no va a “vigilar” o poner reparos a la forma de vestir de los diputados, aunque sí hará una “labor preventiva” e intentar “reconducir” la situación, pues, argumenta con criterio: “Un pleno es un lugar donde la sociedad nos está mirando”. Una gran verdad. Un pleno es un escaparate público donde se exhiben nuestros políticos.

Y claro, en el caso de la cámara legislativa autonómica no dispone de un código o reglamento que regule la vestimenta, como sí existe en el Congreso de los Diputados, aunque de un tiempo a esta parte estamos comprobando que una parte de sus señorías no observan esas normas que les obligan a vestir con sobriedad en ocasiones tan solemnes como una sesión de constitución de la cámara o una sesión de investidura.

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