Opinión

Conversar en espacios públicos

  

Aveces, qué difícil resulta mantener una conversación en determinados espacios públicos. Dificultad debida a distintas circunstancias. Como por ejemplo que en ese lugar específico la música ambiental sea más que eso: que en el ambiente sólo se perciba música a causa del volumen de la misma. Esto es subsanable técnicamente.

Otra razón que suele impedir establecer una comunicación oral entre personas en esos lugares es cuando ese ambiente está impregnado de otro tipo de ruidos, provocados por la intensidad volumétrica de los parloteos de otros grupos de personas que allí se encuentran. Y es que cuando se pretende mantener una conversación en un espacio público y en un entorno que compartimos con otros congéneres, si el tono es alto, se tiende a elevar el volumen de la voz, con lo que aquello se convierte en una feria.

Conversar civilizadamente implica respetar el espacio de los demás. Hablar mesuradamente es una muestra de buena educación y pone de relieve el saber estar de las personas. Porque para que a uno se le entienda, no es necesario hablar alto, basta con hablar claro, pero esta cuestión muchas veces resulta prácticamente imposible cuando nuestro entorno está enturbiado con esos “ruidos externos” que solapan lo que decimos.

Ocurre algo similar cuando se habla por el móvil. La conversación deja de ser privada desde el mismo momento que otras personas se enteran de lo que se está diciendo. Sucede en la vía pública. Basta con observar a quienes hablan por teléfono para comprobarlo. Y esto es así porque en la calle son muchos los ruidos que nos rodean y por inercia se habla en voz alta en la creencia de que el interlocutor no nos está oyendo. Oír es una cosa y escuchar, otra.

Practiquemos sociabilidad respetando los usos sociales. Porque un conjunto de individuos convive en sociedad, donde hay que respetar el espacio de los demás y la privacidad empieza por uno mismo. Y una conversación deja de ser privada en el mismo momento que la compartimos con otras personas ajenas a nuestro propio entorno.

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