Opinión

Convivencia y respeto

Decía Jean Jacques Rousseau que “siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”. Cuantas veces se hace uso de esta palabra, respeto, pero cuantas veces más no se aplica y mucho menos se tiene en cuenta.


La base que sostiene una sociedad es precisamente el respeto entre sus individuos como tales componentes de su tejido social. Cicerón escribió en su obra “Sobre los deberes”: “La virtud se ejercita tratando con moderación y cortesía a aquellos con quienes nos reunimos socialmente”. En realidad, toda la literatura clásica es una fuente constante del ejercicio de las virtudes por parte del ser humano.


Convivir, lo hemos dicho más de una vez, es respetar una serie de reglas y normas que regulan esa convivencia. Sólo así es factible compartir espacios comunes con nuestros congéneres o convecinos. “No hay cosa más amable ni que una más fuertemente que la semejanza de costumbres en los hombres de bien”, continúa explicando el citado filósofo latino.


Respetar las normas, comportarse de acuerdo con los códigos sociales que regulan la convivencia, actuar guardando la compostura y propiciar un clima de mutuo respeto con los demás. Sólo así es factible construir una sociedad civilizada, donde cada individuo sabe a qué tiene que atenerse y es consciente que únicamente respetando a los demás, podemos movernos en armonía.


Y en política, el respeto es un ejercicio imprescindible. En política, confrontar, no es enfrentar. Y la mejor prueba de este ejercicio es un debate en un foro o en una cámara. La exposición de argumentos se ajustan a un formato en cuanto al contexto, pero también a la praxis en cuanto a la defensa que se hace de los mismos. Disentir o discrepar forma parte de la dialéctica, pero siempre manteniendo las formas y evitando el insulto. Es la mejor muestra de respeto. Porque además, en política, no hay enemigos, sino adversarios.

Te puede interesar