Opinión

Decoro escolar

Hace unos días saltó la noticia relacionada con la polémica suscitada en el IES Torrevigía de Torrevieja debido a la vestimenta de los alumnos, y más en concreto por parte de las chicas. Surgió debido a que la dirección de este centro público prohibió la entrada al mismo a aquellas alumnas que vistiesen pantalones cortos tipo "shorts”, argumentando que está contemplado en las normas donde se especifica que se prohíben todas aquellas prendas que puedan entorpecer la normalidad académica "por llamar la atención o denotar falta de cuidado o de higiene personal". La dirección precisaba que la largura del pantalón estaba establecida por la rodilla, y no se iba a cambiar.

La protesta de las alumnas es que en ningún momento esa indumentaria podrá considerarse como “ropa provocativa o no adecuada” e insistían en que debido a las altas temperaturas propias de esa zona geográfica y a que dentro de la aulas se carece de aire acondicionado, esas prendas les permiten ir más cómodas y soportar la climatología.

En la normativa del centro se establece que “los alumnos acudirán al centro debidamente vestidos. No se permitirá el uso de bañadores, la exhibición de la ropa interior, camisetas con mensajes de carácter sexual, racista u otros tipos de frases que puedan dañar u ofender a miembros de la comunidad escolar, pantalones tipo ‘short’ y camisetas de tirantes a los alumnos (chicos)”, además de prohibir el uso de prendas de vestir “que tapen, total o parcialmente, la cabeza…”

Es evidente que cada centro escolar dispone de unas normas de convivencia relacionadas no sólo con la indumentaria, sino también con las actitudes y comportamientos, por no hablar últimamente del uso o más bien abuso del móvil, que empieza a estar controlado. Y es que hay ciertas cosas que son de sentido común y cuya praxis está integrada en la propia personalidad del alumno, que tampoco puede tomarse a la ligera las normas al uso, independientemente de que discrepe con ellas. Al parecer, en ese centro concreto, dichas normas están aprobadas por el consejo escolar, en el que tienen representación desde la dirección hasta el profesorado, pasando por padres, alumnos y la administración.

Sin entrar en el fondo de la polémica, la cuestión es que tiene que producirse un punto de coincidencia entre la comodidad en la vestimenta del alumno y los límites que puede establecer la institución educativa, siempre respetando esos márgenes del decoro. Se decía en un manual para jóvenes datado en los años veinte del último siglo que “el propio decoro exige que me presente en clase con todo el aseo posible; nunca con el calzado roto o poco limpio, con el cabello revuelto o la manos sucias”.

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