Opinión

Despatarrarse

Cuantas veces escuchamos eso de “despatarrarse” de risa, traducido en el sentido literal de “caerse al suelo, abierto de piernas”, enfatizando la jocosidad de lo que nos acaban de contar. Sin embargo, en nuestro Diccionario, se aplica otra expresión coloquial a “despatarrar” como que significa “abrir excesivamente las piernas a alguien”. Y de esto queremos hablar hoy.

Como sabrán, los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid incorporan un nuevo icono informativo, similar al que ya existe en otros sistemas de transporte, para indicar la prohibición de mantener una postura corporal que incomoda a otras personas. La recomendación "pretende un uso cívico y respetuoso del espacio interior del autobús". Se trata de un pictograma prohibiendo el “manspreading”, que traducido viene a significar algo así como "hombre despatarrado", esto es, la práctica de algunos hombres -y sobre todo jóvenes- de sentarse con las piernas abiertas en el transporte público ocupando el espacio ajeno, de manera que no dejan lugar para las personas que están a su lado.

Este icono representa a un usuario abriendo las piernas y la frase "Respeta el espacio de los demás". Claro que la misma compañía de transporte público en sus paneles informativos o con tales pictogramas, recuerda normas y consejos de comportamiento a bordo, entre otras ceder el asiento a quien lo necesita, no poner los pies en los asientos, no llevar la mochila a la espalda, moderar el volumen de voz al usar el teléfono móvil y utilizar auriculares para no molestar a los demás con la música. 

Es evidente que una persona educada conoce perfectamente estas pautas de conducta en espacios públicos y más concretamente como usuaria de este tipo de transporte que comparte con otros convecinos. Porque estas normas que se recomiendan no dejan de ser reglas de convivencia ciudadana: ceder el paso, ceder el asiento, ocupar cada uno el lugar que le corresponde, sentarse correctamente, etc. Resumiendo, mantener un comportamiento cívico. 

Se decía en un manual de urbanidad de los años cincuenta: “El viajero demostrará su buena educación, conservando una postura correcta en su asiento, sin tratar de ocupar espacios que a otros pertenecen”. Pasó más de medio siglo y la sociedad parece que involuciona socialmente hablando.

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