Opinión

Mordacidad, chabacanería o bellaquería

Podemos aplicar cualquier adjetivo si queremos calificar cómo se desarrolló la reciente comparecencia del expresidente del Gobierno, José María Aznar, en la comisión que investiga la supuesta financiación ilegal del PP. Como se informó, hubo momentos desagradables, agrios y exasperantes. Falto de formas y del más mínimo decoro parlamentario. Se han proferido insultos.

Nos estamos refiriendo especialmente a cuando intervino el diputado de ERC Gabriel Rufián, un político que lamentablemente ya nos tiene acostumbrados a este tipo de intervenciones, dejando al margen su tendencia a convertirse en hombre-anuncio cuando viste una indumentaria “ad hoc” a su intervención. Afortunadamente, el ex presidente del PP no le entró de barrena y optó por hacer uso de su experiencia oratoria para rebatir los sangrantes argumentos verbales que esgrimía el parlamentario catalán. 

En este caso, y volviendo a lo de los adjetivos, podríamos decir que hubo expresiones salpicadas por un todo a veces mordaz, a veces chabacano y de mala educación y también propias de bellaquería. Siempre según el DRAE, la mordacidad porque “corroe o tiene actividad corrosiva”; la chabacanería, por “dicho bajo o insustancial”; la bellaquería, por “malo y ruin”. Y básicamente, actitud de mala educación por “descortés, irrespetuoso e incivil”. Llamar a eso una intervención “lenguaraz” es ser generosos porque “deslenguado y atrevido en el hablar”, como decimos, es una calificación muy benigna.

Reiteradamente venimos reclamando la necesidad de que la clase política modere su lenguaje en sus debates públicos, y especialmente cuando éstos se desarrollan en espacios tan solemnes como es una cámara de representantes, sea ésta el Congreso, el Senado, el Parlamento autonómico o un salón de plenos. Y por cierto, en la pasada sesión plenaria del Concello de Ourense, su alcalde le pidió al portavoz del grupo socialista que retirase la calificación que éste le había dado al representante de DO, llamándole “mentiroso patológico”… Más que nada porque en estos plenos, lamentablemente, se suelen intercambiar este tipo de epítetos, nada adecuados, como decimos, en una deliberación cameral por parte de unas personas que representan a unas formaciones políticas y que, por lo tanto, están desempeñando esa función porque lo han querido los ciudadanos, quienes les votan para que trabajen y no se insulten.

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