Opinión

Respeto en las aulas

El Defensor del Profesor del sindicato docente ANPE ha afirmado que en el último curso escolar 2016-17 habían aumentado un 15% los casos de acoso y violencia contra los profesores y maestros españoles -concretamente 300 más- respecto al curso anterior, tal como se recoge en el duodécimo informe presentado. Revela que han cuadruplicado las agresiones físicas y amenazas de alumnos a sus profesores, que han pasado del 3 al 12 por ciento.

Ciertamente, los datos son más que preocupantes y ponen de manifiesto que algo falla en el sistema educativo y que no se ciñe exclusivamente a los contenidos lectivos o académicos. Se resienten los cimientos de la formación humanística o, lo que es lo mismo, la esencia de los principios de una buena educación, que no enseñanza. De hecho, hay otro dato revelador en este informe: la violencia contra los profesores no es una cuestión de Secundaria, sino que se da con la misma frecuencia en los centros de Primaria.

El papel de los progenitores es fundamental a la hora de incardinar una buena educación en sus hijos, y es que como ha indicado un portavoz de dicho sindicato: “El acoso, agresiones y amenazas de alumnos de Primaria y Secundaria a profesores se debe también al ejemplo de sus padres”, y subraya que "un padre que agrede o amenaza no es una buena referencia”, añadiendo que “existe un componente familiar importante". Además, también se ha producido un aumento en las denuncias a profesores del 18 al 19 por ciento.

Ante estos hechos, nos preguntamos si son efectivas las leyes y decretos que pretenden regular estos comportamientos, como la Ley 4/2011 de 30 de junio, de convivencia y participación de la comunidad educativa de la Xunta y que entre sus fines establece “la garantía de un ambiente educativo de respeto mutuo que haga posible el cumplimiento de los fines de la educación” y habla de “corresponsabilidad de las madres y padres o de las tutoras o tutores en el mantenimiento de la convivencia en los centros docentes, como uno de los principales deberes que les corresponden en relación con la educación de sus hijos” para “avanzar en el respeto entre todos los miembros de la comunidad educativa y en la mejora de la convivencia escolar”.

Qué atávicos quedan aquellos manuales de urbanidad que como obligaciones del niño figuraban “saludar cariñosamente al señor maestro” a quien debe respetar obedecer.

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