Opinión

Rey emérito, rey pretérito

Si buscamos el significado en el DRAE, emérito se refiere a una persona que se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones. Pues bien, esto es lo que define al padre de nuestro actual soberano. Juan Carlos I es oficialmente rey emérito y de vez en cuando comparece en actos públicos, a veces con su hijo, como recientemente en la Escuela Naval de Marín con motivo de sus actos conmemorativos.

Pero qué paradoja. Acaba de celebrarse otra efemérides singular, de mayor relieve y solemnidad, y el monarca emérito no estaba. Era más bien pretérito. Y surge la pregunta, ¿por qué no estaba?. Aunque en fuentes oficiales se achaca a que ha sido cuestión de protocolo -por el propio formato del acto celebrado en la Cámara baja-, particularmente se nos antoja que más que cuestión de protocolo debería haberse aplicado, en este caso específico y por la relación que tuvo el monarca con aquellas primeras elecciones de la democracia, una mera cuestión de simple cortesía, de la misma manera que se hizo con otros significados invitados que allí acudieron.

Nadie asume responsabilidades. La Casa del Rey dice que la organización le correspondía al Congreso de los Diputados y por lo tanto no hay injerencias en el formato elegido, que al parecer estaba condicionado por el espacio disponible en el Hemiciclo y se argumenta que tampoco estuvo Juan Carlos I en la ceremonia de proclamación de Felipe VI en el mismo escenario. Es más, se dijo que este evento conmemorativo de haberse celebrado, por ejemplo, en el salón de los Pasos Perdidos -donde se celebran las salutaciones- si podría ser factible encajar la presencia del rey emérito.

En fin. Dimes y diretes y opiniones encontradas. Cada cual defiende su tesis. La cuestión final es que quien era jefe del Estado aquel 15-J de 1977, se tuvo que conformar con presenciar el acto a través de la televisión. Esa misma televisión que le permitió un 23-F transmitir a los españoles el mensaje de paz que anhelaban. Con un poco más de imaginación, se pudo flexibilizar el que se dice siempre rígido protocolo, y adaptar a las circunstancias especiales buscando un “hueco” a uno de los protagonistas fundamentales de aquella transición. Aquí nadie quiere robar protagonismo a nadie. El rey actual tiene su sitio per se.

Pues habrá que ir buscando nuevas fórmulas protocolarias para cuando se conmemore el 40 aniversario de nuestra Constitución y que se cumple el próximo año. Tienen tiempo de hacer encaje de bolillos.

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