Opinión

La ropa como mensaje

De un tiempo a esta parte hemos verificado que la nueva hornada de políticos, adscrita al segmento de la izquierda además, se caracteriza no sólo por la praxis con que ejerce su papel en defensa de su ideología, sino que exteriorizan una imagen personal muy peculiar manifestada en su indumentaria. 

Son ya una “imagen de marca” las camisas de Pablo Iglesias, atuendo éste que también popularizan otros correligionarios suyos como por ejemplo el alcalde de Ferrol, Jorge Suárez. Ambos dirigentes no tienen reparo en recibir al rey en mangas de camisa. Basta con echar una ojeada a la hemeroteca plagada de testimonios gráficos y sobre todo en su participación en actos públicos y ceremonias donde la vestimenta, por tradición y protocolo, tiene que observar unas normas básicas sociales. Y porque llevar chaqueta no es un elemento específico de la derecha como alguien puede suponer.

Pero por lo que respecta al dirigente de Podemos, la forma de entender la etiqueta se ha convertido en un instrumento de postureo político y que transmite un mensaje dentro de la comunicación política que identifique al mismo tiempo una forma de ejercer la política. Por eso acude al Palacio Real en mangas de camisa y a la gala de los Goya enfundado en un esmoquin. En un mitin, Pablo Iglesias reconoció que iba en camisa a las instituciones “a montar el pollo”. Y recientemente con motivo de su presencia en los Goya, afirmó que “es un gesto de respeto a los trabajadores y trabajadoras de la cultura. Yo no visto nunca así, pero me transmitieron scripts, ayudantes de dirección, operadores de cámara, maquilladores, etc. que era una muestra de respeto y... Un día al año ponerse un esmoquin no hace daño. La cultura de este país se lo merece”.

Resumiendo, que la indumentaria que viste en el Congreso o en el Palacio Real, representa una imagen de rebeldía protocolaria que conlleva un mensaje inherente a su cultura política, esto es, antisistema. Eso sí, anti, pero dentro del sistema. Por cierto, no le vendría mal a este político vestir chaqueta para disimular sus rezumantes axilas. A lo mejor interpreta el sentido de lo que escribió Cervantes en el Quijote: “Tentóle luego la camisa y aunque ella era de harpillera, a él le pareció ser de finísimo cendal”.

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