Cuanto más lo pienso más convencida estoy de que el presidente de Gobierno debería de convocar elecciones cuanto antes, sobre todo teniendo en cuenta que la última encuesta del CIS le es favorable, por más que tenga un tufillo de "recocinada". Pero en cualquier caso se haría un favor a sí mismo y a su partido y además, aunque lo demás debería de ser lo primero, en mi opinión sería la manera de desatascar la situación política en que vivimos.
Es difícil gobernar con 84 escaños. Mucho. De manera que Pedro Sánchez se ha convertido en deudo de Pablo Iglesias. Pero no solo depende de los votos de Podemos, depende también de los votos de los partidos nacionalistas, es decir que su margen de maniobra es escaso. A eso hay que añadir que su Gobierno desafina. Carece o bien de dirección, y eso sería responsabilidad directa del presidente, o bien de coordinación, y eso sería responsabilidad de la vicepresidenta Carmen Calvo.
El caso es que tanto desafinar ha puesto en evidencia que una cosa es desalojar al PP y ganar una moción de censura y otra muy distinta tener un proyecto político, un proyecto de gobierno, un proyecto de país. Da la sensación de que los ministros hacen cosas, sí, pero un tanto atropelladamente. Se quejan desde el Gobierno que la oposición es tremendamente dura con ellos y en eso, en mi opinión, se equivocan. Su problema no es la oposición, su problema son ellos mismos, que no atinan. Pero más allá de ir ministro por ministro lo cierto es que el Gobierno ha perdido el "estado de gracia" y empieza a aflorar la desilusión entre los ciudadanos.
Comprendo que Pedro Sánchez está muy a gusto en Moncloa, que llegar a ser presidente es culminar un gran sueño, pero creo que cada día que pasa juega en su contra en vez de en su favor.
Las elecciones darían lugar a que de las urnas saliera un gobierno capaz de afrontar el futuro inmediato que a lo que parece llega cargado de incertidumbre. La crisis catalana y la nueva crisis económica en ciernes necesitan de un Gobierno más sólido. Pues eso.
