Opinión

Carta a unha genera brava*

He puesto mi vida a tu nombre. No es una gran dádiva: goteras en el corazón, humedades en el alma, grietas en el ánimo y el color verde esperanza de la fachada hecho una lástima. Ahora eres mi casera. Y como no te puedo pagar más que contristezas,a veces temo el desahucio. Pero de momento ahí vamos, fingiéndonos los cuerdos, descumpliendo aniversarios.

Ayer, echando cuentas, te reíste. Te pregunté: “Bueno, ¿y qué tal has pasado TODOS estos tres últimos años a mi lado?”... “¿Tres?” Entonces te diste cuenta. “¡Y ahora es que falta!”, casi gritas. Pero se te saltaron las lágrimas. Puto cáncer, al que llaman neoplasia: seríamos eternos si fuesen células sanas.

Nuestros hijos no vinieron. No era el caso. Hubo tráfico lento en nuestra cama. Van y vienen y andan por ahí con su alegría y sus vainas. Son criollos. Pero nos quieren con furia roja y gualda. Nos dan vida, nos dan fuerza, incluso nos dan nietas... ¡Y pensar que yo pensaba que solo daban vigilias!

He sido siempre un agonías. “¡Por el camino de después se llega a la plaza de nunca jamás!”, les exhortaba. Total para qué, ¿para encarar la chicane de la muerte pasado de frenada?

Ahora casi todas mis respuestas son “tal vez” -¡al buen gallego, oiga!- cuando deberían ser “no sé”, porque ahora ya sé bien que no sé nada. ¡Ay que ver que viejo soy! En mi mañana abunda mucho ayer. Y aunque sé que ya no es tiempo para apuestas, me salto en rojo los tabúes, conduzco por la izquierda de la vida, y me bebo hasta las flores–el agua me sabe a rayos gamma, a oxiplatino y anilinas- que me tienen aroma de cenizas. ¡Ay que ver qué poco queda!

Hoy –parece que aún no fue- hace siglos que unimos nuestras metas. Quisiera desandar lo que me falta y esperarte a la vera del camino. Pretensión vana: como el pájaro que, por el hecho de saber volar, se empeñara en construir en el aire su morada.

Aun así te esperaré. No te des prisa. El ayer es la arribada. Quiero sacarte de ventaja muchos tours. Para que cuando te hagan a ti la foto-finish aplaudir el que te hayas quedado descolgada.

*Nunca se sintió más por ser mujer, aunque sin ella yo no sería nada. Siempre supo marcar la diferencia, con una sonrisa, con bolso de Prada o en pelotas. Es mi enfermera full time. Lleva 24.000horas afiliadaalsindicatodel amor. Tiene un piercing donde solo yo sé. Es muy femenina. Pero tiene unos ovarios como huevos de avestruz. Parió gemelos sin chillar, sin epidural y sin smarfhone. Y me pide que os pida perdón por si a alguien hubieran molestado mis palabras. Eso hago. 

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