Opinión

El copiloto pirómano

Si alguna vez me topara cara a cara con un pirómano creo que lo invitaría a volar de copiloto. Le rogaría que me ayudase con el vuelo; que fuese atento a los cables grises: gris anzuelo, gris puñal, gris esquela funeraria... siempre mimetizados con las nubes; que se fijase más bien en los apoyos metálicos, una referencia menos engañosa, aunque bien pudieran estar ocultos por el humo o camuflados entre los árboles.

Le rogaría que extremase la atención cuando, ya cerca del fuego, tuviésemos que descender para dejar a la brigada: tal vez tenga que ser a sotavento en una colina, donde las corrientes aventan contra el suelo; o a barlovento, donde las llamas tiran más fuerte y es más denso el humo. Le tranquilizaré haciéndole saber que he efectuado miles de estas maniobras con éxito; claro que en esta ocasión tampoco estoy familiarizado con la zona y habrá de ser un aterrizaje diferente a los anteriores; no habrá manga de viento ni torre de control, ni señalero; es posible que se trate de un área confinada, llena de obstáculos y objetos sueltos que acaso atraganten con un estertor de bazuqueo a las turbinas o destrocen los rotores; o de una superficie irregular donde apoyar el tren de aterrizaje resulte complicado a los propios rebecos. "¡Un helicóptero, colega -le diré en plan didáctico-cabrón- es algo así como la sinergia de un millón de rodamientos y el encastre de mil giros alocados: ¡el más mínimo impacto y adiós! ¿A que acojona?"

Los miembros de la brigada se bajarán y se batirán contra las llamas como fieras; entretanto nosotros les ayudaremos con las descargas. Notará como el "Bambi", de al menos mil litros, (algo así como llevar por el aire diez paisanos de cien kilos), complica el vuelo; no digamos su llenado en balsas, charcas o pantanos; y después, los lanzamientos del agua o del espumante, en pasadas rasantes sobre las llamas, a veces incluso a través del humo y sorteando los cables. Estoy convencido de que se percatará del peligro porque lo veré removerse incómodo en su asiento. Entonces aprovecharé para comentarle que muchos pilotos y bomberos forestales han perdido la vida en este trabajo, pero que no debe preocuparse porque todo es cuestión de práctica. En realidad lo único que puede ocurrir es que el "Bambi" se enrede en alguna raíz o en cualquier cable sumergido o impacte en una rama y desestabilice el aparato, pero en este caso el piloto debe estar alerta para soltarlo. De paso le diré que ese día quizás lleve efectuadas 50 o 60 descargas, y que, quieras que no, uno se fatiga, y que de poco sirve saber latín si "errare humanum est" hasta en gallego. Incluso le daré algunas nociones de pilotaje y le convenceré de que los helicópteros son como tractores aéreos: apagan fuegos, fumigan plagas, siembran arroz, salvan náufragos, rescatan montañeros, trasladan heridos y enfermos, inspeccionan lineas de alta tensión, gasoductos... pero presentan ciertos parámetros y limitaciones que no pueden sobrepasarse bajo ningún pretexto. Le mostraré algunos instrumentos y comprobará con qué frecuencia las temperaturas y los torques van al límite cuando se requiere salir airosos de un cañón o remontar con cierto margen de seguridad una ladera.

Una vez extinguido el fuego, a bordo ya la brigada exhausta y sudorosa, con los ojos enrojecidos por el humo y los pulmones atascados por las pavesas, sobrevolaremos la zona quemada, evaluaremos los daños y trataremos de obtener una estimación de las hectáreas arrasadas. Tal vez se trate de un área de árboles autóctonos que tardará años y años en repoblarse; tal vez de monte raso cuya desaparición propiciará la erosión del suelo y su desertización, con el consiguiente desastre medioambiental y ecológico. Estoy seguro de que le haré reflexionar sobre ello porque, a lo peor, hasta tiene descendencia y sabe que este es el mundo que tiene que dejar a sus hijos como principal patrimonio.

Una vez finalizado el vuelo, si es que mis compañeros de brigada me lo permiten y no se toman la justicia por su mano (la de Talión sería la apropiada) le pediré filiación y credenciales con el pretexto de incluirlo como copiloto en el logbook. Y me fijaré bien en su madre.

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