Opinión

Cuestión de cigotos

Mismimidad dame el nombre exacto del candidato... Esto se lo copié a D. Juan Ramón Jiménez: “¡Intelijencia –escribía con jotas el poeta- dame el nombre exacto de las cosas!” Pues con “ jotas”, al café, le llamamos los gallegos carajillo.

¡Muera la inteligencia!, chillaba Millán-Astray. No marraba. Solo hacen falta cigotos para decir lo que dicen los políticos y no volverse de paso esquizofrénicos. Bueno, sí, un poco lo del ojo atolondrado de Rajoy, la erección involuntaria de Pedro Sánchez, o la sonrisa de Monalisa del Coletas... Pero en general estos majaderos son capaces de liarse a hablar memeces, como un loro embarrado de mierda (perdón: mi familia se avergüenza si escribo groserías) y aun así, seguir tan campantes y mangantes como si nada.

Nada que objetar empero -salvo que ya podía devenir de una bendita vez en duelo a muerte- acerca del debate sobre el estado de la nación de la semana pasada: Ni el voleo de sus cifras ni la sementera de sus promesas me importó una caca (así sí, ¿no familia?). Por lo que a mí respecta la semilla cayó en terreno pedregoso. En cuanto a lo que se llamaron, reprocharon, reclamaron, afearon, menospreciaron y vilipendiaron unos a otros, lo suscribo. Y lo comprendo: para oprobios y mofas (sobre todo a los ciudadanos) nada hay como el Congreso.

Pero vayamos al grano. Inteligente es el hombre que no orina contra el viento. Y no hace falta ser un Erasmo de Rotterdam para llegar a semejante colofón. Ni tampoco hace falta ser sobrino del poeta de Moguer, ni gurú del Presidente, ni esposo de Celia Villalobos, la que juega a los marcianitos con la tablet, ni “brujo” -¡cáspita, algunos lo son todo!-, me refiero a Pedro Arriola, para concluir que “todos los frikis acaban planeando sobre Madrid”. No es verdad: ¡sobrevuelan España entera! Es más, estos malabaristas del alegato, saltimbanquis de la excusa, trovadores del desencanto, de reverberación taimada y frases hechas: “el derecho a sonreír no se vende”, “¡la gente quiere que le solucionen los problemas!”, “¡estamos aquí porque el momento es ahora!” me auguran más peligro que el revoloteo circular de las aves carroñeras... No me convencen. Ni vencen. Para lo primero, es decir, de dónde sacan la pasta, quién los financia, si están o no de acuerdo con Maduro, si nos asolarán como los caudillos bolivarianos, no me sirve una página web. Y para lo segundo... ¿los habéis visto? ¡no hay ni siquiera cojones! Familia, ya lo siento. 

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