Opinión

Inmigración o exterminio

Tose renqueante monte arriba el viejo ómnibus. Agazapada en el valle, la aldea se despierta. Humean las casas. Ladran los perros. Xan, el Juan gallego, contempla sentado en la ventanilla sus uñas menos negras. Sus dedos firmaron los papeles de su destierro. Emigra para pagar una finca de cultivo. Tres fanegas. Eso le permitirá comprar dos vacas más. Serán lecheras. Será a la vuelta. “Galicia sen homes queda".

Pero eso fue en 1800. Xan ni siquiera ha leído a Rosalía. Estamos en los sesenta. Beatles. Guateques. Julio iglesias. Hay astilleros, granjas de pollos, pesca. Los pueblos bullen. Se llenan de teleclubs. De discotecas. Se toca la guitarra en misa los domingos. Los rapaces y las rapazas incluso sueñan con hacer en Compostela una carrera. Xan estima regresar en un par de años. Galicia se pone de moda. Vienen los turistas. Los retornados exhiben sus mercedes matrícula turística. Hay movimiento. Se fuma rubio emboquillado. Se cena fuera los sábados. En las fiestas, ataviados de Domínguez, los mozos ya no corren detrás de las varillas. Ahora bailan agarrado, como el mar con los delfines. Las vacas ya a nadie importan. Ni las granjas. Ni la pesca. Somos ricos. Galicia es más europea que la UEFA.

A Xan se le cruzó una criolla. Montó su nueva familia allá en Caracas. Se le cruzaron los hijos. Se le cruzó el nuevo siglo. Después se le cruzaron los chavistas. Decrépito abogaba hasta hace poco por volver. Pero la familia… Xan se murió hace un año en Sudamérica.

La familia ha venido a curiosear hace unos días. El mayor es ingeniero petroquímico. La pequeña es periodista. Estuvieron en la aldea de su viejo. Se dieron una vuelta por Ourense, por Santiago, por Galicia. Lo que le permitieron sus escuálidos bolívares. Supieron de la Xunta, del Camino Xacobeo, del PP, del PSOE y de Podemos. Supieron que pronto llegaría el AVE aquende el Padornelo. Y se piraron. “Galicia está en un andén de vía muerta”, concluyeron.

¿Y por qué?, les pregunté. ¿Qué vaina os creéis que es Venezuela? ¿Qué por qué? Porque aquí las casas están a rebosar, pero de ausencias. Los pisos están vacíos. En los parques solo hay jubilados. Los pueblos están desiertos. Los montes arden pero derrocháis gasoil en los inviernos. Los frutos se pudren en los árboles. Los viejos en los asilos, no hay quien los cuide; ni los campos. Y decís que hay desempleo. Solo hay vida en los tanatorios. Solo hay flores en los cementerios. Solo se limpian y rastrillan los camposantos. Sois fósiles. Ya no tenéis ni siquiera caciques. Vuestros políticos hablan más paja que nuestros impostores bolivarianos. Que si la lengua, que si la casta, que si el populismo. Pero nadie se da cuenta de que os estáis extinguiendo. Vuestro enemigo sois vosotros mismos. Galicia será Pompeya en unos años.

Maldita sea, cuánta razón tienen estos indios motilones, me dije. Y se me ocurrió poner un aviso en el espacio que me permite esta columna. En mayúsculas y en negrilla: “SIRIOS, LIBIOS, MOROS, SUDACAS, GITANOS, RUMANOS, AFRICANOS, Y GENTES DE MAL SUBSISTIR, VENID. OCUPAD NUESTRAS CASAS. CULTIVAD NUESTROS CAMPOS. ESPARCID VUESTRAS COSTUMBRES. ATIBORRAD NUESTROS PARITORIOS. QUEDAROS PARA SIEMPRE. NOSOTROS YA NOS VAMOs”.

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