Opinión

Mercancías peligrosas
(y perecederas)

Agora xa foi, Marica non chores" ( y va sin acritud lo de marica), pero lo que a Rajoy le pareció de puro sentido común fue un completo sinsentido:

Primero, porque el ciudadano misionero fue allí porque quiso, a ejercer su apostolado y a reconfortar su alma; igual que otros van a reencontrarse consigo mismos y a reforzar su mente escalando el Everest o circundando en solitario los siete mares.

Segundo, porque andar paseando por esos cielos de Dios el virus del ébola (máxime en un "averías" de nuestras Fuerzas Armadas) fue una temeridad. ¿Y si se produce una despresurización o cualquier otra contingencia a bordo y hay que aterrizar? ¿A dónde iría? ¿Qué país lo aceptaría? ¿Y si se muere o empeora mientras se encuentra en un aeropuerto alternativo? ¿A qué hospital lo trasladan? ¿A qué morgue?

Tercero, porque eso ha costado una pasta (gansos), y hubiese sido mejor aprovechada si se la enviásemos (me incluyo, fue a escote entre todos) a los que tanto lo necesitan en Liberia. Allí hubiesen podido tratar (al menos sin tanta alharaca y con igual resultado) al padre Pajares.

Cuarto, porque le han cagado la predicación al tal, que abandonó el barco cuando más lo necesitaban. Allí se quedaron huérfanos los otros hermanos y hermanas en Cristo. Se quitó las botas (o las sandalias de pescador) poco antes de morir... ¡Ay, el padre Damián con sus leprosos, qué diferencia!

Quinto, porque si los españoles que están tres meses fuera pierden la cobertura de la Seguridad Social, si nuestros emigrantes no la tienen, si este señor llevaba veinte años sin cotizar, si su organización (se llama Orden Hospitalaria) tiene, como así parece, médicos, hospitales (concertados) y medios económicos, que pague, señor Rajoy, por pura coherencia.

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