Opinión

Manuel Álvarez Piña

Los pícidos (Picidae) son una gran familia de aves del orden de las Piciformes, que incluye 218 especies conocidas popularmente como pájaros carpinteros, carpinteritos, pitos, picos, picamaderos, picatroncos, picapinos, chupasavias, torcecuellos y petos. Tienen una distribución cosmopolita, con la excepción de Australia, Madagascar y las regiones polares extremas. Pueden ser sedentarias o migratorias; muchas especies permanecen en la misma área durante años, mientras que otras viajan grandes distancias desde sus zonas de reproducción a las zonas de invernada.

Puede que lo mejor que tenga en mi bosque sea precisamente un nido de pájaro carpintero en un roble, del que sale al final del verano un pollo que es parecido a los padres, pero más pequeño y más desdibujado y, sobre todo, mucho más confiado. Estos pájaros carpinteros se alejan haciendo olas, no ya cuando te acercas, sino cuando perciben, no sé cómo, que les estás mirando, 

Manuel Álvarez Piña, que nació en Palmés, es laborioso y carpintero como el pájaro de nuestros robles. Durante más de cincuenta años su carpintería ha sido un referente para el comercio, la construcción y el hogar de muchos orensanos y resto de gallegos, ya que en pleno apogeo de su pequeña pero importante industria, tuvo delegaciones en Ferrol, Ribeira, Pontevedra y varias poblaciones gallegas.

Manolo Piña es persona de carácter muy humilde y sencillo; toda su vida la dedicó a su trabajo y familia (cuatro hijos), en compañía de Pilar, en tiempos también carpintera. Los dos situaron su taller en la parte más alta de Valdorregueiro, allí donde la vista de nuestra ciudad es imponente y posiblemente donde también los picamaderos y chupasavias de nuestra relato no tendrían inconveniente en vivir agujereando la madera y dándole hermosas formas como lo hicieron él y su esposa.

Manolo es muy meticuloso, obsesionado por el orden, nunca utiliza una herramienta sin dejar debidamente colocada y en su sitio la anterior. Su garlopa, cepillo, trencha y martillo son la prolongación de sus ya algo cansadas manos,m que hacen un esfuerzo para que él moldee sus retablos, ya solo como hobbie, para su satisfacción personal y regalo para sus amigos. Es muy religioso y practicante, debe ser por lo que eligió la carpintería, y no se entiende cómo no le pusieron José, ya que, según dice, sus aficiones son la familia y el trabajo y solo lamenta con resignación cristiana que ninguno de sus hijos halla decidido continuar con el taller que fugazmente visita todos los días del año. Me recuerda a "Ty" Pennington, un presentador de televisión y carpintero estadounidense. Ty se describe a sí mismo como un "hazlo todo"; aprendió carpintería cuando era joven, asistió a la escuela primaria y enfocó sus habilidades para el diseño en una carrera en la industria del entretenimiento, siendo diseñador de sets, incluyendo el de la criticada y aclamada película “Leaving Las Vegas”, de 1995. Se hizo rápidamente famoso por su sentido del humor y estilo creativo, durante cuatro años, como el diseñador y carpintero del programa. 

Le gusta el caldo de nabizas y de repollo, no es de oír música y siempre dice: “¡Teño pouco tempo!, ¡estou jubilado!”, pero todos los días del año baja al Puente con Pilar a tomar un café y después regresan a su nido, allí en lo mas alto, con sus ovejas y sus retablos. Es donde Manolo, cuyo semblante y mirada tienen algo de angelical, se queda extasiado y añorante, viendo y soñando el vuelo de los pájaros carpinteros alrededor del obrero de Nazaret, que proveyó para Manuel Piña, por su laboriosidad, una bien ganada ¡jubilación!

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