Opinión

Sandra Ibarra

La garza blanca (Ardea alba) es una especie de ave pelecaniforme de la familia Ardeidae. Es una de las garzas más ampliamente distribuidas por el mundo, ya que ocupa todos los continentes salvo la Antártida, de plumaje blanco, grande y esbelta, vuela con su largo cuello retraído, pero suele caminar con él estirado, lo que le confiere a su figura una especial elegancia.

Sandra Ibarra, como la garza blanca, es especialmente elegante, esbelta y sobre todo, posee una grandeza humana que como la Ardea alba, hace que su delicada (pero no frágil) figura se acreciente y esté presente en infinidad de lugares del mundo, donde su humanitaria obra contribuye a dar ayuda y consuelo a todos los que sufren y padecen el tan temido azote de nuestros días, el cáncer.

Sandra Ibarra dirige la fundación que lleva su nombre, una organización sin ánimo de lucro que nace del compromiso moral de la modelo y su influencia pública. Su herramienta es el optimismo y la esperanza, y dice que el cáncer son dos enfermedades, la física y la psicológica y cree que hay que curarse de las dos y olvidarse de las incertidumbres.

Ibarra, que ha escrito un montón de libros (“Las cuentas de la felicidad”, “Diario de la vida”) y artículos y ensayos sobre la enfermedad y sus implicaciones, asegura: “El amor cura, las penas son la mitad y las alegrías son el doble y… ya me tocaba tener suerte en algo y tener una pareja como Juan Ramón Lucas, que es un lujo. Hemos crecido en la misma dirección y aún vamos de la mano por la calle. Decidí vivir la enfermedad como protagonista de mi vida y no como víctima". Sandra, que ha superado la leucemia en dos ocasiones, a la hora de hablar de esta enfermedad se refiere siempre a pacientes y nunca a "enfermos”. Fue la primera persona que salió en televisión diciendo: “Tengo cáncer, quiero ser modelo y me estoy curando en la Seguridad Social”. Siempre dice a la gente que eso de beneficencia y caridad es una cuestión vertical; yo, que estoy aquí arriba, te doy lo que me sobra. Asegura que solidaridad es de igual a igual y pura filantropía. Los Príncipes de Asturias la distinguieron en 2007 "por su generosa e incansable labor en su lucha contra el cáncer”.

A Sandra Ibarra yo tuve la suerte y el placer de conocerla para una colaboración a nivel nacional con su fundación. Recuerdo que fue mi amiga María Luisa Sicilia quien me la presentó, tuvimos un desayuno de trabajo durante el cual aquella jovencita con cara de ángel me ganó para el resto de mi vida. Su dinámica-dulzura, el entusiasmo que ponía en sus argumentos y sobre todo su serena y dulce mirada me hicieron comprender que estaba delante de una de esas escasas personas que te encuentras en la vida y que te hacen sentir que mientras existan no estamos solos, porque siempre aparecerá una Sandra Ibarra en forma de ángel que nos convencerá de que en la enfermedad somos mas fuertes de lo que creemos.

Me recuerda a Ann (Sarah Polley), la protagonista de “Vivir sin ti”, aquella joven que descubre que está enferma y hace una lista de las cosas para conseguir que los demás no sufran y que, como dice Sandra Ibarra, se enfrenta al día a día con el objetivo de "vivir" y "ser protagonista" de su vida mientras cumple sus sueños, el principal de ellos escuchar las palabras mágicas de que el cáncer se puede curar.

Es positivista, no tolera la injusticia, es muy romántica, en su Medina del Campo cuando estaba enferma y oía desde su balcón un concierto de Los Secretos, se quedó con su música, y un buen día ellos le hicieron una canción.

A Sandra Ibarra le gusta el mar, y alguna vez comer con su familia en el Beiramar de Panxón, donde la próxima vez que venga espero me avise para poder cargar mis viejas pilas de su entusiasmo y optimismo, que tanto beneficia a los que tenemos la suerte de conocerla. ¡Bicos Sandra! 

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