Opinión

Comision de la verd... ¿Qué?

En un magnífico ensayo de Jesús Pardo, titulado "El estado del malestar", cuenta el registro que la policía franquista llevó a cabo en su domicilio, antes de llevarlo detenido a la Puerta del Sol, y la mirada entristecida de sus padres, que pertenecían al sector de los vencidos. Además de los vencedores y los vencidos, a un alto porcentaje de españoles les cayó por azar estar en una u otra zona, sin que, naturalmente les hubieran consultado.

En otro ensayo más simple y de menor calidad, titulado "Prietas las filas", y perdón por la autocita, hablo de un personaje real, al que llamo Roberto, que tiene una familia en la que un hermano de su madre fue fusilado, porque le encontraron un carnet de la UGT, y un hijo del hermano mayor de su padre, fusilado en las tapias del cementerio, porque, al detenerle, comprobaron que no tenía callos en las manos -terrible delito- y, además, les informaron de que estudiaba en un Seminario, crimen horrendo ante lo cual no tuvieron más remedio que matarle.

He pasado la vida escuchando historias de la guerra civil, contada por quienes la vivieron. Y he leído, desde las apologías falangistas más exacerbadas, hasta los libros que me traía de la librería de Ruedo Ibérico, en mis veinteañeras visitas a París. Lo último, y es mi despedida, ha sido "Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie", estupendo y ameno libro de Juan Eslava Galán.

Sin embargo, la ministra Dolores Delgado piensa que no hemos recibido suficiente información, y va a crear la Comisión de la Verdad para que nos enteremos de quiénes eran los que fusilaban más y con más entusiasmo.

La Ley de Amnistía de 1977 se aprobó, no sólo para dejar atrás uno de los episodios más penosos de nuestra historia, ni para justificar crímenes franquistas, sino para evitar volver sobre el asesinato de Calvo Sotelo, las checas de Madrid, las delaciones, los paseos y las sacas con destino al matadero de Paracuellos. Pero la ministra morbosa va a volver a poner los cadáveres sobre la mesa. Y a explicarnos la verdad. Su verdad. Pues guárdatela, que diría Machado.

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