Varios líderes del partido Demócrata estadounidense como el expresidente Barack Obama y la excandidata a la presidencia Hillary Clinton, y la cadena de televisión CNN, públicamente hostiles al actual presidente, Donald Trump, han comenzado a recibir paquetes-bomba. Un análisis apresurado puede indicar que, en un país tan polarizado ahora entre la derecha del partido Republicano y la izquierda del Demócrata, quienes enviaron los artefactos deberían ser simpatizantes del presidente que querrían intimidar o asustar a sus rivales.
Pero, cuidado: En Medea, primer acto, primera escena, Séneca le hace decir a ella: “Cui prodest scelus, is fecit”, que significa que “a quien le aprovecha el crimen es quien lo ha cometido”. Esto está ocurriendo como preludio de las elecciones para el Congreso –Cámara de Representantes y Senado- del 6 de noviembre, que marcarán el éxito o el fracaso de Trump, el presidente más radical derechista y excéntrico, quizás, del último siglo, y cuyo partido domina hoy ambas cámaras.
En estas elecciones de mitad de mandato de todos los presidentes, se renueva a los 450 representantes de los 50 estados, con mandado de dos años pero reelegibles, y un tercio de los 100 senadores, dos por estado, de manera que su mandato es de seis. Quien haya visto la dureza del debate de este jueves en el que Pablo Casado calificó de cómplice del golpe de Estado separatista catalán a Pedro Sánchez, podrá entender lo que está ocurriendo en EEUU Porque una ola de enfrentamientos derecha-izquierda está recorriendo todo el mundo democrático hasta hoy, y con las bombas además de violencia hay intención de influir en las elecciones.
“Cui prodest”: elija usted si quien envía los artefactos es defensor de Trump o demócrata, aunque quizás sea un loco o algún islamista.
