Opinión

Diada: felices con la derrota

Quienes no son nacionalistas catalanes pudieron entender esta semana el espíritu del 11 de septiembre de 1714, “Diada Nacional de Catalunya”, conmemoración anual desde 1980 de la derrota en Barcelona de la Casa de Austria como heredera de la Corona española. Allí finalizó la larga Guerra de Sucesión española entre las fuerzas de dos aspirantes al trono que tenían al país dividido entre los que apoyaban a los Borbón, y a los Austria.

Hasta este miércoles la Diada catalana era posiblemente la única fiesta que, a modo de locura romántica, no conmemoraba un triunfo, sino un fracaso. Pues, atentos, porque acaba de nacer otra Diada con igual espíritu: la del Atlético de Madrid, derrotado en la Copa de Europa por la dinastía rival, la del Real Madrid, que en este caso sería la Casa de Borbón.

Al finalizar el partido en el estadio propio, que se demolerá próximamente, lo que también es simbólico, su entrenador, Diego Simeone, que sería aquí Rafael Casanova, el líder austriacista de Barcelona, proclamó que no sólo estaba satisfecho de este final, sino que se sentía feliz con él.
Insistió muchas veces en ese término, “feliz”, mientras decenas de millares de socios atléticos expresaban igual sentimiento aclamando a sus futbolistas derrotados, posiblemente más que si hubieran triunfado. ¡Este es nuestro espíritu. No es ganar o perder, es sentir, es el amor y el alma. Este es el Atlético de Madrid!, gritaban eufóricos sus socios tras haberle dado, eso sí, algunas tundas a los aficionados rivales. Ahora entendemos la Diada, el románticamente derrotista nacionalismo catalán, hermanado el del Atlético de Madrid. 

Amnistiado por el rey Felipe V, Casanova le sirvió hasta su muerte en 1743, como quizás algún día Simeone también servirá al Real Madrid.

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