Opinión

Enredos del cercano Oriente

En geostrategia todo es posible: Arabia Saudita, cuyo príncipe heredero estará en España este viernes, ha anunciado que apoya la existencia de Israel y su derecho a defenderse, obviamente frente a los palestinos, Irán y sus aliados.

Y ha comenzado a rechazar el yihadismo, nacido del rigorismo wahabita de los propios saudíes, que pierden influencia en Irak y Siria acosados por Irán, su rival chiita, por los soviéticos y por quienes defienden ocasionalmente al dictador sirio Bashar al Assad, los turcos.

Todo bajo la mirada de Donald Trump, que ha cambiado la política exterior de Barak Obama, financiador “por humanitarismo” de los enemigos islamistas de Al Assad en la guerra siria, la mayoría cercanos a Al-Qaeda y al Califato del DAESH.

Los protegidos y financiados por Obama eran herederos con distintos nombres de quienes se lanzaron contra las Torres Gemelas en 2001. Una interesante paradoja.

Se sumaban en estas guerras sus rivales del hoy casi derrotado Califato –sostenido por las monarquías árabes sunitas, incluida la saudita-- que desequilibró Irak y dominó parte de Siria.  

Frente a todos está Israel, la única democracia del área, siempre acosada, ahora con el sostén de Arabia Saudita y el incondicional de Trump, que promete romper los acuerdos nucleares con Irán si no permite inspecciones externas a sus instalaciones para comprobar si sigue investigando secretamente armas atómicas.

Irán, mientras, aumenta su influencia en Irak utilizando su gobierno y población chiita, igual que hace en Siria, con Al Assad, de una secta cercana; además, con su aliado temporal, Turquía

Irán, además, cuenta con las aguerridas milicias de Hezbollah, chiítas simultáneamente nazis, que dominan Líbano y son más peligrosas para Israel que la terrorista sunita Hamas.

Un galimatías de futuras guerras y refugiados, con España muy cerca.

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