La izquierda bolivariana española ha vuelto a acusar de golpista a Leopoldo López, líder del partido socialdemócrata venezolano Voluntad Popular, enviado a prisión doméstica este sábado por Nicolás Maduro tras tres años y medio en una inmunda celda de la cárcel caraqueña de Miraflores. Podemos y sus confluencias justifican así apoyar a su financiador inicial mostrándolo como humanitario tras encerrar en su casa a López para cumplir la condena de 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión. Los bolivarianos españoles siguen afirmando que los 43 muertos en las manifestaciones contra el chavismo en febrero de 2014, por los que condenaron a López, eran víctimas suyas, cuando habían sido acribilladas por los chavistas. E insisten, sabiendo que las pruebas contra López eran salsas, como denunció el fiscal arrepentido Franklin Nieves, que huyó en octubre de 2015 y se exilió en EE.UU.
Allí denunció que el montaje acusatorio era obra del general Manuel Gregorio Bernal, destacado miembro del “Cártel de los Soles”, siguiendo órdenes de Maduro.
Los demócratas americanos y europeos opinan mayoritariamente que la debilidad del excamionero Maduro le ha obligado a esta concesión, tras casi cien días de protestas callejeras contra su régimen. Y muchos ven a Leopoldo López, hermanado con el PSOE en la Internacional Socialista, como futuro presidente democrático de Venezuela.
Pero será muy difícil: por encima de toda corrupción civil de los responsables del régimen que esquilman el país, están los narcogenerales del “Cártel de los Soles” (generales que en lugar de estrellas llevan soles).
Decenas de generales, bajo el vicepresidente del partido de Maduro, el exmilitar Diosdado Cabello, difícilmente abandonarán el poder que dan los soles y la riqueza del narcotráfico, por lo que la dictadura durará, como sabe Podemos.
