Opinión

Unos Goya sin política

El actor Dani Rovira, que presentará por tercera vez esa imitación de los premios Oscar de Hollywood que es la entrega de los Goya, promete que este año no habrá manifiestos políticos contra el PP, lo que hará más aburrida aún que de costumbre la ceremonia. Los premios Goya al cine español y sus afines, que se entregarán el 4 de febrero, carecerán de actores en camiseta sudada dando gritos contra la guerra y a favor de unos refugiados que ninguno de ellos acoge en su casa, pero que exigen que llevemos a la nuestra. Volverá Pablo Manuel Iglesias con su esmoquin y pajarita de gomas, como la de los niños, pero ya no tiene el atractivo de hace un año; está alicaído porque Íñigo Errejón le come el donut.

La gente del cine no va a atacar a Rajoy posiblemente porque ha escarmentado con las declaraciones hispanófobas de Fernando Trueba, hechas solamente para escandalizar, lo que quizás ayudo a fracasar su última película, “La Reina de España”. El naufragio no parece que fuera por patrioterismo de los espectadores, sino porque corrió la voz de que era muy mala; el público acudía a otras películas de directores no menos sarcásticos con España. Quien sufrió un boicot fue “Julieta”, de Almodóvar, alabada por la crítica, pero sin público quizás porque Pedro, mientras denunciaba a los ricos que ocultaban sus fortunas en paraísos fiscales, tenía parte de la suya en Panamá.

No están los Goya para muchas políticas y aquí casi todos tienen mucha corrupción taquillera que ocultar: este “chitón, que viene la Inquisición”, hará aburridísimo nuestro Hollywood con batas de boatiné y pajaritas de gomitas.

Sin gritos contra el PP, los pesadísimos Goya tienen como único atractivo sus insufribles chistes chuscos.

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