Opinión

La redención de Otegui

Antes de ganar su voto censura apoyado por los bolivarianos de Podemos y los separatistas, Pedro Sánchez negaba toda posibilidad de alianza con estos grupos, y menos aún con los herederos de ETA dirigidos por Arnaldo Otegui y encarnados en Bildu.

Siete meses después se siente cómodo con tales socios.

Por lo que es lógico, dice, que la principal dirigente socialista vasca, Idoia Mendía, compadree en una cena festiva de Nochebuena con Otegui, uno de los líderes etarras acusado múltiples veces de mandar asesinar a no separatistas, entre ellos a socialistas.

El dirigente histórico de ETA ya había sido declarado “Hombre de paz” por el predecesor socialista de Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero, que se atribuye el mérito de que los terroristas anunciaran que dejaban de matar en 2011.

La realidad es que lo hizo porque la banda estaba desmantelada policialmente, igual que en 2004, cuando Zapatero llegó al poder y su bondad y promesas de acuerdos políticos le insuflaron vida para sobrevivir casi siete años más, en los que mató a 14 de las 829 asesinadas tras la muerte de Franco.

Esa foto en la que brindaban también los líderes del PNV, Andoni Ortuzar, y de Podemos en el País Vasco, Lander Martínez, para Sánchez es natural, como dijo en rueda de prensa.

Pero “cruza una frontera moral que nunca se puede atravesar”, como escribió para anunciar su baja del PSOE uno de los socialistas vascos más prestigiosos, José María Múgica, hijo de Fernando Múgica, dirigente socialista asesinado por ETA en 1996 y que era hermano de Enrique, ministro de Justicia de Felipe González y después Defensor del Pueblo nombrado por Aznar.

Paradoja: compadreo con acusados de asesinatos y rechazo radical a Vox, que no ha matado a nadie.

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