Opinión

Máster para presumir

En los medios informativos aparecen ofertas de títulos de Master que, aparte de las universidades, condeden empresas privadas gracias a los que personas sin estudios superiores se asignan en sus tarjetas ese título aplicado a cualquier actividad. El caso del Master universitario supuestamente falsificado de la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, nace de evolución de ese diploma, que pasó de los oficios tradicionales a la universidad, para acreditar con materias adicionales a los profesionales que, sin haber estudiado, eras maestros en lo suyo. Aunque Cifuentes es licenciada en Derecho, su Master pretendía enriquecer su currículo con una especialización en “Derecho Autonómico y Local” vinculado a los cargos que ya ejercía. Aparentemente aprovechó sus amistades políticas en la Universidad pública Rey Juan Carlos para evitar las clases y tesis que se exigen en España, muchos más que en donde más se explota como universitaria esa titulación, EE.UU.

Un Master es un maestro en cualquier disciplina, incluida la industrial o comercial, por lo que las universidades obtienen fondos concediendo esos títulos basados en la experiencia laboral con el complemento de créditos presenciales o en línea.  Aunque cualquier universidad estadounidense incluyendo Harvard la daría sin créditos un Master y un doctorado Honoris Causa a Amancio Ortega, el fundador de Inditex, que no pasó de primaria. 

Esa simbiosis entre la experiencia profesional y el título llegó a la picaresca de alguien como el exdirector de la Guardia Civil, hoy consejero de Red Eléctrica, Arsenio Fernández de Mesa: es Master por una empresa británica de pintura de barcos.

La mayoría de los Master tienen valor, pero también los hay para los amigos, o los de los Fernández de Mesa; como también hay doctorados de calidad dudosa, revísense los de Iglesias Turrión y Pedro Sánchez.

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