Opinión

La mente, arma de mujer

El Día Internacional de la Mujer acaba de celebrarse con distintas manifestaciones por toda España con las mismas consignas de cada año sin ofrecer proyectos o ideas nuevas o factibles para obtener la igualdad que demandan. Recuérdese que en hospitales, escuelas o universidades y en todos los lugares en los que se exige una elevada preparación, hombres y mujeres ganan lo mismo por igual trabajo y tienen las mismas posibilidades de promoción. Aunque si su dedicación es inferior por una maternidad, que el hombre no afronta al carecer de esa capacidad física, la mujer suele perder parte de su competitividad. Existen ya incipientes métodos de compensación que en España deben mejorar al estar atrasada, por ejemplo, con respecto a los países nórdicos.

El problema real es el que afrontan las mujeres de menor cualificación, esa gran masa que estadísticamente cobra el veinte por ciento menos que los hombres denunciado por los organismos que buscan la igualdad. Deberían separarse estadísticamente las mujeres médicos, maestras, ingenieros, responsables de empresas y muchas más profesionales, de las que reciben menos por trabajos poco cerebrales, que generalmente tampoco exigen gran esfuerzo físico. Durante la burbuja inmobiliaria cientos de miles de obreros recibían elevados sueldos. No había mujeres porque la energía muscular de unos y otras es diferente, aunque excepcionalmente haya mujeres tan musculosas como cualquier hombre fuerte.

Las manifestantes de cada año exigen igualdad sin establecer, primero, las diferencias; su miopía es igual a la de cualquier grupo de hombres que se manifestaran anualmente exigiendo quedar embarazados. Porque para compensar la desigualdad física la mujer puede y debe explotar su mente, capaz de alcanzar y superar las mayores cimas a las que llegue cualquier hombre: hoy ya son más y mejores en las universidades.

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