Opinión

Revolución tunecina

Obsesionados con el golpe de Estado de los separatistas catalanes, en España olvidamos lo que nos rodea, incluso la cercana revolución que experimenta Túnez, un islámico cuya religiosidad está liberalizándose mientras se cierra en la antigua Turquía laica.

Hace solo una semana que el gobierno tunecino de Beji Caid Essebsi, socialdemócrata de tendencia liberal, consiguió que se aprobara una ley que rompe con normas dictadas por Mahoma: autorizó el matrimonio de mujeres musulmanas con hombres que no lo son.  Gracias a la misma ley ,Túnez rompió otro de los tabúes religiosos de profeta: la herencia de las mujeres será igual, y no la mitad, de la de sus hermanos varones. Ambos cambios apoyados por el diwan de Fatua tunecino, cuerpo religioso que dictamina qué es lícito o no, y que tradicionalmente es más abierto que otros Diwanes vecinos. Pero la universidad Al-Azhar de El Cairo, que si no es el Vaticano suní es el centro inspirador al menos moral de la esa rama del Islam, emitió un dictamen en contra de esta nueva y revolucionaria legislación tunecina.

Que el gobierno de Essebi se enfrente a los dictámenes y fatuas del centro egipcio muestra una gran valentía, y más ahora que la universidad cairota se ha pasado al salafismo impulsado por el dinero de Arabia Saudita. Al-Azar era una fuente de leve aperturismo islámico, menos fanático de lo común, pero desde los años 1960 el dinero saudita integró en el centro a miembros de la Hermandad musulmana, que hoy ya lo dominan.

Atentos, pues, a la experiencia de Túnez, donde empezaron las fracasadas primaveras árabes en 2010,  y donde al contrario que otros países su gobierno se ha liberado de Al-Azhar, que devuelve a muchos musulmanes, también en Europa, al siglo VII.

Te puede interesar