Opinión

Salir del armario español

Una razón fundamental por la que millones de españoles no expresan sus sentimientos de afecto al país en sus efemérides es que temen ser identificados con los pocos pero visibles, ruidosos, y casi siempre provocativos fascistas que rompen la alegría y la paz de los actos en los que pueda alabarse España. La aparición de estos grupúsculos logra que las expresiones de afecto a su patria se queden casi siempre en encuentros mínimos, cuando podían ser masivos. Cualquier manifestación convocada estos días en Cataluña para demostrar amor a la unidad y la identidad española, además de la catalana, queda manchada con esas apariciones de gente que levanta el brazo a la manera fascista, canta el “Cara al Sol”, y termina pegándole a quien le advierta que le disgusta su manera de ser español.

Aunque hay denuncias que debería investigar la policía afirmando que algunos grupos los forman provocadores independentistas y podemitas fingiendo ser falangistas. Los medios informativos pseudoprogresistas y nacionalistas, además de las televisiones que coquetean con los independentistas, Cuatro y La Sexta, buscan afanosamente a ultras con banderas con el águila de San Juan, símbolo de los Reyes Católicos, que usado profusamente por Franco se le identifica ahora con él. Y no se denuncia a los ultras de izquierda y nacionalistas de igual conducta: los presentan como progresistas contra la opresión dictatorial de la democracia española, una de las más avanzadas y justas del mundo. Aunque algo está cambiando: alrededor de la declaración interrupta de independencia catalana parte de la ciudadanía que nunca había portado banderas constitucionalistas muestra haber perdido el miedo a exhibirlas.

Sale avergonzada del armario que escondía la satisfacción de ser española, gesto de valentía quizás tan difícil como el de los gais saliendo del suyo.

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