Opinión

Al filo de la controversia

Los abundantes programas de televisión basados en temáticas gastronómicas siguen cosechando el interés del público sobre todo si responde a la fórmula del concurso y se desarrollan cara al público. Si a ello se le añade el hecho de que sus protagonistas son personajes conocidos, habremos obtenido el formato perfecto porque no hay nada que más motive al público  que comprobar cómo los famosos son de carne y hueso.

Verlos sufrir, desquiciarse y rendirse aporta sin duda virtudes terapéuticas al esfuerzo cotidiano, porque la gente se encuentra reconfortada al comprobar que por mucho glamour y muchos cuartos que ganen ellos, también están sujetos a la depresión y a la miseria.

Hace unos días, en el más popular de estos eventos, -el que llena en RTVE la noche de los domingos bajo el título de “Master Chef celebritys”- comprobé cómo en el fragor de la batalla, la bella ex modelo Antonia Dell’Atte se iba prendiendo fuego por dentro y se iba pareciendo cada vez al Jack Nicholson de “El Resplandor”, una máscara crispada, los ojos inyectados en sangre, los pelos disparados, y enjugándose el sudor y la calentura con el dorso de una mano mientras en la otra empuñaba un trinchante con carácter intimidador. Es una concursante extraordinaria y con un carácter explosivo, de modo que estremece a la audiencia.

Teniendo en cuenta el poder de penetración en la opinión pública de estos grandes formatos televisivos, plantearse otras cuestiones que no sean las puras y duras razones que condicionan el espectáculo representa un vano intento. Por eso, debatir sobre qué es más importante la forma o el fondo, resulta imposible y probablemente imbécil.

De todos modos, tanto en este programa de cocina como en el caza-talentos de “Operación Triunfo”, el debate está en el aire y alguna vez será tiempo de plantearlo. ¿Es más importante el emplatado que el sabor?, ¿prima antes la coreografía y el show desarrollado en escena que la voz y la afinación de los concursantes? Por ahora no lo sabemos aunque algunos retazos de la controversia han asomado en momentos puntuales de ambos programas. Si me preguntan a mí, yo tengo mi respuesta. Pero no vale la pena saberla si no se plantea dialogar en profundidad sobre ello en ambos casos. Yo, por si acaso, ahí lo dejo.

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