Opinión

La balada del director

Acabo de leer el artículo que ha firmado en el diario “El Mundo”, el periodista Pedro García Cuartango el día en el que ha comenzado a desempeñar la esforzada tarea de dirigir su periódico, una desgracia que, como decía Mark Twain, le puede ocurrir a cualquiera. Leyendo los sentimientos e ilusiones que colman la columna que firmaba ayer y que con regularidad publica en sus páginas, me he visto a mi mismo en aquel trance. Cuartango es además alguien al que considero cercano por algunas razones.

Es natural de Miranda de Ebro la ciudad burgalesa en la que también nació mi padre, pasa los veranos en Baiona que es mi segunda patria, y es del Madrid dicho esto sin conocer aún el resultado de la madre de todos los partidos. Es de esperar que ambos terminemos el día contentos.

Cuando uno es de la casa de toda la vida y un día te pillan en un pasillo y te dicen aquello del chiste del explorador y la cobra… “Pepino o libro dis que tes que morrer” pues se morre no faltaba más pero no por ambición ni deseo bien lo sabe Dios. Uno no pone reparos ni exige, ni pregunta cuánto, ni solicita más de lo que hay. Simplemente lo asume, se pone a ello y entonces se sienta en esa nueva silla y se queda solo. Y cuando escribo que se queda solo es que se queda solo de verdad de la buena. Más que la una, y hay que vivir ese momento de reflexión en la soledad del nuevo santuario para saber de qué va el tema.

Y es que uno pasa de ser el tío con el que se toman las cañas al salir de la redacción a aquel que te la puede liar, que te manda, que toma decisiones muchas de ellas estrictamente contrarias a lo que piensa su gente, y que, para qué engañarnos, ahora está al otro lado de la trinchera. Yo, que cada día firmaba una columna en mi periódico también la firmé el día del nombramiento, y sospecho que no se diferenciaba mucho de la que Cuartango acaba de escribir en el suyo que también lo es de toda la vida. Lo que viene después confirma el pensamiento que para la posteridad dejó dicho Mark Twain. Y aún así, son pasajes de la vida que uno no cambiaría por nada.
Lo verdaderamente importante sin embargo es que siga habiendo periódicos y que esos periódicos sean lo mejor y más honrado que nos dejen. Mientras siga habiendo periódicos seguirán existiendo sujetos que se líen la manta a la cabeza y los dirijan. Y además, que sean buenos directores.

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