Opinión

Calidad democrática

Confío plenamente en que los partidos constitucionalistas aplicarán con sentido y proporción el artículo 155 de nuestra Carta Magna certificando con la puesta en marcha de estas medidas progresivas e indudablemente ajustadas a Derecho el definitivo aunque difícil retorno de Cataluña a la normalidad. Sospecho que la evidente ausencia de recursos para que los rebeldes puedan hacer frente a los gastos que genera el día al día con las finanzas en manos del Estado constituirá una razón de corte fundamental para que esta chaladura acabe muriendo por pura inanición. La Generalitat no podrá disponer de un euro para gastar en aquello en lo que se ha gastado hasta la fecha –es decir en causas innecesarias y a todas luces delictivas pero también en cuestiones de orden necesario como pagar sueldos- y con las consejerías en manos de los ministros del Gobierno, pocas frivolidades caben ya salvo que Puigdemont tenga un conejo en la chistera y estoy convencido de que ya ha gastado los que tenía. Existe la posibilidad manejada a última del día de ayer que  sugería la voluntaria presencia de Puigdemont en el Senado para tratar de explicar a sus señorías lo inexplicable, pero no tiene pinta de que este escenario sea otra cosa que un especulación voluntarista y con muy pocas posibilidades de concretarse teniendo en cuenta como se las gasta el todavía presidente del Gobierno catalán.

En cualquier caso, la confianza en la fortaleza del Estado de derecho y lo que ya parece inequívoco acuerdo de los grandes partidos a favor de la legalidad no solo hace presagiar un desenlace favorable a la crisis auque sea necesario atravesar un camino largo y no exento de dificultades para conseguirlo, sino que define con precisión la calidad de nuestra democracia. Nadie como Rajoy –a pesar de ganarse el vituperio de ciertos rincones de la sociedad- ha estado comprensivo y profundamente respetuoso a la hora de dilatar la necesaria aplicación de las medidas. Nadie como él ha  procurado pacientemente ofrecer a Puigdemont una una salida digna. Tantas veces le ha enseñado el pico de la muleta…

Vean la diferencia de democracias y talantes. En 2004 y durante el concierto que se celebra en el descanso de la Super Bowl, Justin Timberlake arranco un parche del traje de su compañera Janet Jackson y dejó uno de sus pechos al descubierto. El escándalo fue mayúsculo y la CBS fue multada con medio millón de dólares que no pagó. El caso es que Justin Timberlake vuelve a cantar este año en el mismo escenario. Por el contrario, a Janet Jackson la organización la vetó de por vida. Viva la justicia y la igualdad de sexos.

Te puede interesar