Opinión

Los consejos que han de atenderse

La alcaldesa de Barcelona ha puesto todos sus huevos en un mismo cesto. Desde el primer instante de la crisis, Ada Colau ha intentado transmitir la imagen de Barcelona como ciudad idílica, abierta, hospitalaria, culta y receptiva que presenta el marco del reciente atentado como un ámbito idílico poblado por gente maravillosa que habita en un autentico paraíso de la hermandad, la solidaridad y la tolerancia plena. Un marco aproximado al que idealizaron los hippies de los setenta tratando de trastocar en algo generoso y bello todo lo perverso de una sociedad sometida a fuertes tensiones en la que ayer y ahora comparece con más frecuencia de lo deseable el lado malo de las cosas. Como en Barcelona.

Ada Colau es una alcaldesa a la que no le gusta que le hablen de negruras ni siquiera cuando la ciudad que gobierna ha sufrido el ataque criminal de una banda de yihadistas adoctrinados por un imán desquiciado y vengativo que captaba la voluntad de un grupo de jóvenes alumnos hasta convertirlos  en una jauría de fieros y irracionales asesinos. Por eso se negó a seguir los consejos que le ofrecieron desde el ministerio del Interior que sabe mucho más de terrorismo yhidista que todas las autoridades de Cataluña juntas incluyendo el nuevo consejero de Interior –que tiene que pedir ayuda para expresarse en castellano- y el atribulado nuevo mayor de los Mossos d’Escuadra al que le cayó encima una situación de la que no había sospechado nunca que tendría que enfrentarse y la prueba más palpable de ello son los seis meses que el clérigo loco y sus fieles estuvieron ocupando un chalet y juntando bombonas de gas explosivo sin que ninguna patrulla de su equipo se enterara de nada hasta que los ocupantes de la casa erraron en la manipulación y la vivienda entera voló por los aires. Los mossos creyeron que había estallado una bombona de butano en una comunidad libertaria que se dedicaba a fumar hierba en amor y compañía.

Interior sabía muy bien que el perfil de Barcelona es idéntico al de Niza y que podía suponerse allí un ataque terrorista de la misma naturaleza, Por eso aconsejó a Colau que sembrara las zonas más delicadas de bolardos disuasorios que impidieran un tráfico criminal como ocurrió en Niza. Colau contestó que esa medida coartaba la libertad de los ciudadanos y desestimó el consejo. Carmena debería atenderlo en Madrid porque puede ser el siguiente objetivo. Claro que en Madrid está en permanente alerta la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía. Ahora sabemos que los Mossos prohibieron a la Guardia Civil entrar en el chalet derruido y que la Generalitat ha prescindido de la ayuda de ambos cuerpos de policía estatales. Cada cual que esté en su sitio.

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