Opinión

Los deseos de pareja

Cuentan en Madrid que quien de verdad daría todo lo que tiene por dormir en la Moncloa no es Pedro Sánchez sino su señora. La esposa del líder socialista está muy presente en todas las decisiones que toma su hombre y pesa mucho en todos los aspectos de su carrera. Sánchez la ha presentado en sociedad este verano mostrándose con ella por el cinturón costero y afirmando su condición de marido enamorado y orgulloso de su pareja en todo cuanto chiringuito playero existe en el litoral de Andalucía, archipiélago balear y Levante, y ella se ha hecho presente y ya no es una sombra difusa sino un referente y un referente de los que exigen. Eso dicen.

Sea lo que sea, sea Pedro o su mujer o ambos a la vez, alguna razón que rebase el estricto campo de la dialéctica parlamentaria tiene que existir para que Sánchez mantenga intacto el pulso y no solo lo mantenga sino que lo haga cada vez más arriesgado. La hecatombe socialista en Euskadi y Galicia no han hecho mella en su disparatado plan de fuga y de hecho, Sánchez ha dedicado a estos dos sonoros varapalos que pueblan las portadas de los diarios poco más de dos minutos por barba. Y ese es exactamente el grado de importancia que él y su guardia de corps le otorgan a lo que otros interesados califican de desastre. Cierto es que los chistes dedicados a Sánchez pueblan las redes. El último que ha aterrizado en mi teléfono es aquel en el que Sánchez se dirige a los militantes desde el estrado. “Estoy muy orgulloso, creedme -afirma con su conocido gesto de suficiencia- hemos mejorado notablemente los resultados que tendremos en las próximas elecciones”. Le da igual. Él a lo suyo y a desarrollar las estrategias que considere necesarias para sobrevivir. Porque uno de los argumentos más trascendentes de esta situación frenética es la supervivencia. Es lo que manda.

El PSOE nunca ha sabido catalogar con justicia y pragmatismo a sus líderes y algunos le han salido rana. Los enterados del partido consideraron a Zapatero una especie de tierno e inocente infante y creyeron que Sánchez era un hombre muy guapo pero muy manejable. Y se equivocaron porque a Bambi le salió la cornamenta y este lleva camino de lo mismo. Y quitárselo de encima será una tarea titánica.

Te puede interesar